Te conocí entre malvas y violetas,
en el palacio de yeso donde se fraguaba
la extinción de mis días.
Eco desmedido.
Mural frenético.
Tu nombre se derrama entre mis manos.
Criatura del sol.
Cubierta por el polvo y el viento
merodeas en la esfera de trovas y lengua extraña.
Diminuta llamarada que devasta mis pudores.
Hoy me despierto entre tu sombra.
Vestido de ascuas por el tiempo.
Alcanzo a probar las copas de miel
que emergen de tu cuerpo
mientras tu nombre se expande hasta mi boca
y queda prendido en las entrañas del pensamiento.