La abstracción de lo grotesco a través de la danza

Rodrigo González, director de La Infinita Compañía, nos trae en esta ocasión Frankenstein, una versión del clásico de Mary Shelley que nos permite oír y sentir a través del súbito y etéreo movimiento del cuerpo humano.

En 1816, durante una reunión, Shelley creó la novela que hoy en día nos sigue apasionando, dejando entrever que las creaciones humanas no siempre ambicionan el progreso y que, en ocasiones, éstas se dirigen por el desdén y la saciedad de poder y conocimiento. En ese sentido, Rodrigo González interpreta este mensaje para transmitir desde una óptica nítida la compleja relación entre creador y creatura.

Como si te trasladaras a otra época, llegar a la Capilla Gótica del Instituto Helénico te impregna de una mística inigualable. Puertas de madera, cuadros renacentistas que estilizan las altas paredes y el estilo particular del lugar permiten que tengas una experiencia única. Los claroscuros del ambiente recrean un escenario prolijo, y las luces que sobresalen generan una atmósfera de misticismo, permitiendo que los rostros y expresiones del elenco sean totalmente apreciadas desde cualquier perspectiva. Al fondo, una mesa de operaciones (que te recuerda al pulpito desde el cual se oficiará un nuevo destino) y diferentes partes humanas que sobresalen, como si se tratase de una escena dantesca, para indicarte que estamos ante el lugar de trabajo del Dr. Frankenstein.

Inspirado en la danza butoh, la coreografía de Rodrigo González nos remite a una sensación que transgrede la conciencia actual: ¿Hasta qué nivel somos responsables de nuestro actuar? Y es que el “monstruo” creado desde la grandilocuencia del Dr. Frankenstein lucha constantemente por encontrar un significado a su existencia. Transmitiendo al espectador, aquella frustración que lo carcome hasta el último aliento.

Bajo la música original de Alonso J. Burgos, la obra adquiere un significado fortuito que, al hacer conexión con el diálogo a través de la danza, magnifica los sentimientos de ira y desesperación por SENTIR, a pesar de estar vivo.

Destaca la intención del director al no crear un desfile de disfraces y que la única vestimenta sea una gabardina de piel sintética y el mismo cuerpo humano. Yokoyani Arreola, Ángel Garnica, Hugo Thompson y Natali González dan vida al doctor Víctor Frankenstein; al monstruo sin nombre; a Elizabeth, la novia de Víctor; y a Clerval, el mejor amigo del doctor. De alguna forma, cada uno transmite las diferentes relaciones sociales que tenemos a lo largo de nuestra vida. Y en lo personal, considero que es lo más poético de esta obra; cual si fuera el ciclo de la vida, nuestras acciones y decisiones siempre tendrán un origen, una evolución y, quizá; un fatídico desenlace.

Esta obra estará presentándose del 23 de septiembre al 24 de octubre de 2021, en la Capilla Gótica del Instituto Cultural Helénico en la Ciudad de México.

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