Estoy cantando a mis huesos,
olvidado de todos, no de la tumba
y levanto ahora con mis versos
la niebla en el pecho que derrumba
el mármol que no encuentra su cotejo,
mi mirada acusadora en el espejo,
la resina de una raíz que despierta
mi espíritu que cruza la puerta
entre los vivos y los difuntos.
Muertos y vivos, todos juntos,
horizonte entre el visible y el invisible
y por el aire una mano imperceptible
me estrangula en esta niebla ignota.
No reconocerla es mi derrota,
toco los nudos del espacio,
me mata, me está matando, despacio.