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Lord Byron, el Imperio Otomano y el Athinaikos

En la península helena, Byron escribió, bebió, viajó, conspiró y luchó junto a rebeldes, guerrilleros y bandidos con suerte dispar.

Simpatizante de los luditas de Nottingham, enemigo del duque de Wellington, profundamente republicano y defensor de la causa de Simón Bolívar, Lord Byron nació pobre rodeado de riqueza. “Sólo heredé espiritualidad”, escribió el poeta, ya en su adolescencia, sobre la muerte por alcoholismo de su progenitor durante un retiro en Valenciennes, en el sur de Francia. Sólo tenía tres años. A los 30, enfrentado a su clase social y subyugado por los primeros movimientos emancipatorios europeos, Byron, educado en la tradición clásica y profundamente filoheleno se mudó a Grecia, “la cuna de la civilización occidental”, para apoyar al pueblo griego en su guerra contra un Imperio Otomano en franca decadencia, como demostraban las recientes campañas napoléonicas.

En la península helena, Byron escribió, bebió, viajó, conspiró y luchó junto a rebeldes, guerrilleros y bandidos con suerte dispar –“habría sido difícil encontrar a un hombre más inadecuado para semejante empresa, pero su nombre tenía mucho prestigio”, recordaba Edward John Trelawny, amigo de la infancia, en sus memorias–, hasta que el 19 de abril de 1824 unas fiebres acabaron con su vida. “Sólo quiero dormir”, fueron las últimas palabras de aquel inglés enfrentado al expolio oficialista de la Acrópolis que había logrado colocar bonos de guerra griegos en la Bolsa de Londres para sufragar la campaña militar contra los turcos.

Enterrado junto a su madre en una capilla de Notthinghamshire, su corazón regresó unas semanas después a Mesolongi, en la Grecia occidental, donde se decretaron 21 días de luto oficial en su honor antes de ser finalmente despedido con 36 salvas de cañón. “Descansa en paz, amigo mío; tu corazón y tu vida han sido grandes y hermosos”, escribió su admirado Johann Wolfgang von Goethe, amigo personal.

Elevado a héroe nacional, los homenajes hacia el poeta no dejaron de sucederse tras la liberación griega, concretada el 25 de marzo de 1829. Entre ellos, un monumento que aún hoy sigue recibiendo al visitante a las puertas del Jardín Nacional y la construcción de Vryonia, barrio de la Gran Atenas bautizado en su honor y hoy hogar del Athinaikos, “Los hijos de Byron”, club fundador de la liga profesional griega, hoy en las catacumbas del fútbol regional. 

Por Daniel González

Editor de Fútbol Oblicuo

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