Durante el periodo del Imperio Romano, los italianos lograron dominar a cualquier ejercito rival gracias a grandes estrategias. Después vinieron la caída del Occidente, la oscura Edad Media y el Renacimiento italiano, un periodo en el cual los artistas fueron libres para plasmar sus obras en cualquier ámbito. Se puede decir que el Calcio italiano tuvo una semejanza con la cronología de la historia italiana. El Calcio italiano, entre las décadas de los sesenta y ochenta. Primero se les vio dominar gracias a grandes estrategas, luego vino una época negra y, posteriormente, el surgimiento de un fútbol lleno de artistas que maravillaron al mundo.
En los sesenta, el Calcio fue representado por Helenio Herrera y Nereo Rocco, los padres del Catenaccio italiano. Ellos lograron frenar con esa estrategia a grandes equipos de la época, como lo fueron el Benfica de Eusebio, el Real Madrid Yé-Yé y el Ajax de Cruyff, que practicaban el fútbol más vistoso de la década. Quedaron neutralizados al momento de chocar con los candados que colocaban Herrera y Rocco.
Después llegaron los setenta, década en la que Italia, en fútbol, no logró trascender ni en clubes ni a nivel selección. Fue una época oscura para el Calcio dominada por bávaros, ingleses y neerlandeses. Diego Armando Maradona en Nápoles, Michel Platini y Michael Laudrup en Turín, Ruud Gullit y Lottar Matthaus en Milán, Agostino Di Bartolomei y Giuseppe Giannini en Roma, Sócrates y Giancarlo Antognoni en Florencia, y Zico en Údine, fueron algunos de los artistas que representaron el renacimiento italiano en los ochenta, genios que llevaron al Calcio a lo más alto. Además de los ya mencionados, el mundo fue testigo del inicio de la carrera del Leonardo Da Vinci y Rafael del fútbol, en Vicenza y Bologna, respectivamente.
La historia de Roberto Baggio es más conocida, iniciando en el Vicenza, saltando a la Fiorentina y Juventus, jugando después en el Milan e Inter, entre otros equipos, y cerrando su carrera en el Brescia. Es considerado por muchos como el mejor jugador italiano de todos los tiempos. La trama del chico de Bologna es menos conocida.
Las nuevas generaciones identifican a Roberto Mancini como el entrenador que logró ganar el primer Scudetto del Inter en 18 años (sul campo), la primera liga inglesa del Manchester City en 44 y la primer Eurocopa de Italia en 53, pero antes hubo un artista, considerado por Gianni Rivera, ganador del Balón de Oro, como uno de los mejores cinco creativos italianos desde los ochenta. Como Rafael, Bobby mostró sus dotes de artista desde muy joven con el Bologna. Descendieron, pero terminó la temporada siendo su goleador con solamente 17 años. Se fue a la Sampdoria, quienes pagaron una gran cifra para esa época, al terminar la campaña.
Junto a Mancini, llegó el inglés Trevor Francis, con quien llegó a tener algunos problemas al inicio. Cuentan que en los primeros días en Génova, tuvieron que ser separados por sus compañeros en alguna ocasión. Bobby tenía un temperamento muy fuerte. Juan Sebastián Verón dijó que, cuando coincidieron en la Sampdoria, en un partido contra el Piacenza, hubo una discusión en el campo por un tiro de esquina mal cobrado por el argentino. Bobby regañaba, pero no le permitía a nadie discutir con él. Por eso, cuando la Brujita llegó al vestidor, Mancini ya lo esperaba sin playera para pelear, teniendo que intervenir sus compañeros para calmarlo.
Regresando a 1982, con el tiempo, la relación entre el italiano y el inglés mejoró, y fueron importantes para lograr las metas que se iba trazando un equipo recién ascendido. La época dorada del club no tardó en llegar, iniciando en 1984, cuando Paolo Mantovani, propietario del club, juntó a Roberto Mancini y Gianluca Vialli, bautizados como los Goal Twins. Ganaron la Coppa Italia en su primer año y también fue el primer título importante para la Sampdoria desde su fundación, que se dio a partir de la fusión del Ginnastica Sampierdarenese y el Andrea Doria Genova. Ambos clubes, así como el resultado, que fue la Sampdoria, siempre estuvieron bajo la sombra del Genoa, el club más laureado de la ciudad. Pero, en esos años, la historia fue distinta.
En 1988 llegó la segunda Coppa Italia, y la tercera no tardó, pues vino un año más tarde, contra el Napoli de Diego Armando Maradona. El mejor jugador de la historia del fútbol italiano, en quien Roberto Mancini se miraba desde muy joven. Los genoveses perdieron 1-0 en la ida, pero se llevaron la copa con un contundente 4-0 en la vuelta, donde marcaron los Goal Twins. Dos años más tarde, la Sampdoria se llevó el Scudetto que hasta ese momento le pertenecía al Napoli, quedando por encima del Milan de Sacchi.
En ese año, el 23 de marzo, se enfrentaron la Sampdoria y el Napoli en el Luigi Ferraris. El partido terminó 4-1 con Maradona marcando el gol de la honra para la visita. Al terminar, Diego fue al vestidor local y le regaló a Roberto la playera roja que había usado, con dedicatoria para Filippo Mancini, su hijo. Una buena relación, basada en respeto mutuo, se había forjado durante esos años de rivalidad. Unos meses atrás, el argentino se había acercado a Mancini después de que les marcara para felicitarlo muy a su manera, diciéndole que había marcado a lo Maradona.
Lo que después sabrían es que esa playera que recibió el hijo de Mancini fue la última que usó Maradona con el Napoli, ya que, tras el partido, fue suspendido por dar positivo a cocaína en el control antidopaje. Después de la suspensión fue al Sevilla. Hasta la fecha, Bobby la conserva como un tesoro.
En 1990, la Sampdoria se dio a conocer a nivel europeo, ganando la Recopa de Europa, derrotando al Anderlecht en la final con doblete de Vialli. Luego perdieron la Supercopa ante el Milan. Sin embargo, el momento más alto llegó en 1992, cuando llegaron a la final de la Copa de Campeones, enfrentando en el antiguo Wembley al Barcelona, el Dream Team de Johan Cruyff, final que terminarían perdiendo 0-1 en tiempos extra, con un gol de tiro libre de Ronald Koeman, actual entrenador culé.
Ya con Sven-Goran Eriksson en el banquillo, la Sampdoria ganó su último título con Mancini. Ya sin Vialli, derrotaron en la final de la Coppa Italia al Ancona. Fue el primer título sin Paolo Mantovani, quien falleció unos meses atrás. Este año, cuando Mancini llevó a Italia a ganar la Eurocopa junto a su Goal Twin, Gianluca Vialli, como asistente, le dedicó la copa ganada en el nuevo Wembley a Mantovani, recordando que casi 30 años atrás perdieron la Copa de Campeones contra el Barcelona en la versión antigua de la Catedral del Fútbol.
En 1997, Mancini siguió a Eriksson a la Lazio, dejando a la Sampdoria después de 15 años. Se marchaba como el mejor jugador de la historia del club al que llegó como niño, con el récord de más partidos disputados y goles en el equipo, dejando en las vitrinas siete de los ocho títulos que han conseguido hasta el momento.
Al sueco se le recuerda en la Lazio por convertir a Mihajlovic en central, pero pocos recuerdan que a Mancini lo convirtió en mediocampista, sugerido por el propio jugador. Con Bobby en el medio, la Lazio nunca perdió un partido y ganaron la Serie A en el 2000. Uno de los siete títulos que ganó con el equipo capitalino. Después tuvo un breve paso por el Leicester City y puso fin a su carrera.
Eriksson fue de los primeros en ver en Mancini como un futuro director técnico. Lo definió en su día como un entrenador en el campo. Todo el partido daba órdenes a sus compañeros. No solía encararse con los rivales, pero sí con sus compañeros cuando los veía caminando o desobedeciendo alguna indicación táctica.
En la selección italiana no se le recuerda mucho para el jugador que fue. Siempre bajo la sombra de Roberto Baggio, que jugaba en la misma posición. Sus problemas con Arrigo Sacchi en su mejor momento lo llevaron a nunca trascender con la Azzurra.