La noche paciente

En estos horribles días en el que la muerte nos sobresalta con demasiada
frecuencia, a pesar de la desesperanza que abriga nuestros días; por una grieta de
nuestras almas se nos cuelan buenas noticias aunque sea a cuentagotas. 

Camino por entre la muchedumbre desesperada.
Todo es ruido, murmullo incesante que despelleja mi alma quebrada.
Me reflejo en sus rostros desencajados por el odio compañero de este viaje maldito.

Los pasos se agolpan en las aceras huérfanas de tránsito tranquilo.
Mis hermanos,
aquellos que nunca me presentaron
con los que jamás compartí pan ni sillas
ahora mendigan conmigo hacia un anochecer de terror infinito.

Vagabundos buscando cobijo.
Desterrados de nuestras propias casas.
Extraños buscando extraños.

Siempre hay lugar para la locura.
Para una hermosa locura.
En una locura continua tras esta loca locura.

Por fin la esperanza viene a visitarnos.
Como susurro de ángeles.
Como el grito mudo de una sirena bajo el mar
llegan a mí notas de música que el viento trae.
Notas con sabor amargo.
Con olor a desesperanza.
Sin temor a nada.
Ni a nadie.
Que parece lo mismo
pero no lo es.

El horror no tiene ojos ni labios.
El dolor sigue acechando la noche paciente.
La muerte viene a visitarme.
La intentaré esquivar.
Si no es así,
muerto me quedaré en mi soledad perenne
mientras a otros esperaré
en la morada eterna que tú elegiste sin mi permiso.

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