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Semipalátinsk: el aterrador legado nuclear de Kazajistán

Ubicada en Kazajistán, Semipalátinsk fue la instalación de pruebas nucleares más importante de la Unión Soviética y la más grande del mundo (tan grande como Bélgica). En este laboratorio nuclear se explotaron más de 450 bombas atómicas en un periodo de 40 años y las autoridades soviéticas nunca advirtieron a los lugareños sobre las pruebas programadas. Aunque en 1991 el gobierno kazajo cerró de manera oficial Semipalátinsk, el legado nuclear de este centro sigue afectando a la población.

Lo que hace diferente a Semipalátinsk de cualquier otro centro de pruebas nucleares es que ha sido el único sitio donde las personas siguieron viviendo durante y después de la explosión. A diferencia de catástrofes como Chernóbil o Hiroshima, la gente estuvo expuesta al impacto crónico de la radiación, ya que hubo centenares de detonaciones nucleares; como consecuencia, miles de personas han sido perjudicadas y los efectos de la radiación siguen vigentes más de 30 años después de la última explosión (1989).

La radiación afecta los cromosomas de un individuo y la carga genética puede pasar a la siguiente generación. Se estima que el impacto de la radiación puede tener efectos hasta en cuartas generaciones. Los efectos de los ensayos nucleares pueden ser inmediatos o a largo plazo. En Semipalátinsk, las personas expuestas a la radiación sufrieron enfermedades, deformaciones e incluso muchas se suicidaron. Pocas víctimas tienen acceso a servicios de sanidad pública y muchas otras se resignan a creer que, eventualmente, su cuerpo se acostumbrará a la radiación o que el efecto se puede combatir con vodka.

Las cifras de las víctimas no son oficiales ya que los datos recogidos por las autoridades soviéticas todavía son información confidencial. Las consecuencias perdurarán durante miles de años más, ya que estima que la tasa de radiactividad del plutonio necesita unos 24 mil años para bajar a la mitad.

Las pruebas nucleares ponen en peligro tanto al medio ambiente como la vida de las generaciones futuras. Por ello, la comunidad internacional ha hecho grandes esfuerzos por implementar tratados que prohíban totalmente los ensayos nucleares.

Actualmente, Kazajistán es un actor clave al proponer valiosas iniciativas en contra de las pruebas nucleares. El gobierno lanzó el proyecto ATOM, una campaña que tiene como objetivo aumentar la conciencia mundial sobre las consecuencias de las explosiones y pruebas de armas nucleares. De igual forma, a petición del pueblo kazajo, Naciones Unidas declaró el 29 de agosto Día Internacional contra los Ensayos Nucleares.

Aunque todavía queda un largo camino por recorrer, estas acciones nos acercan a la meta de tener un mundo libre de pruebas nucleares.

Por Alessia Ramponi

Viajera, fotógrafa y escritora. Internacionalista, especialista en Migración Internacional y Maestra en Derechos Humanos y Democracia con enfoque en el mundo árabe.

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