En los tiempos posmodernos donde lo único que escuchaba era virus, pandemia y condena, ya no sabía cuál era la diferencia.
¿Cómo no tener horror?
¿Cómo no aferrarse a la cotidianeidad del ayer?
Eran tiempos en que tus finas caricias eran cruciales entre tu vida y mi muerte.
Donde la batalla más difícil sería contra nosotros mismos, y había que inventar más distancia de la que ya teníamos.
Tal vez, era el principio del fin.
Tal vez, ya se nos había agotado nuestro tiempo.
Tal vez, la Madre Tierra había tenido suficiente dolor de sus propios hijos, y había perdido la fe a través del tiempo.
Tal vez, había decidido que empezaría de nuevo; sin nosotros.