Un pianista de provincias (Random House, 2023), la última novela de Ramiro Sanchiz (Montevideo, 1978) es una obra que funciona en dos niveles simultáneos y no excluyentes: para los lectores que se encuentren por primera vez con este autor es la historia de un pianista que va de gira por una serie de provincias y pueblos de una zona devastada, conocida como El Valle –que comienza en el norte de Uruguay y sigue hasta la Amazonia–. Esto sucede años después de que un misterioso virus apareciera tras la desaparición del petróleo y, de la cantidad de plástico que anega nuestro mundo, surgiera algo que se dio en llamar “la maraña”, que consumió y se fundió con gran parte de la flora y fauna del planeta. En un segundo –y quizá más importante– nivel, como una nueva encarnación de Federico Stahl, personaje insigne/alter ego/mutación del escritor uruguayo y que se inscribe en un proyecto de macronovela en proceso conocido como “El Proyecto Stahl” quien, novela tras novela, asume una identidad diferente: un especialista en aviación militar de la Guerra Fría, un pianista virtuoso, una drag queen, y que cuenta en su haber con una serie de novelas y cuentos que pueden funcionar de manera independiente o como claves para ir armando las partes de este rompecabezas weird/meta ciencia ficcional de nuestro continente.
“¿No debía haber surgido la maraña de una mutación? ¿No había empezado a crecer aquel plástico vivo o desvivo desde el fondo de un atolón, un campo de pruebas nucleares en Kazajistán, una central atómica colapsada en Ucrania o en Cuba, de núcleo fundido, invadido por la lluvia, el aluvión, los ríos desbordados? Probablemente no. Nadie lo sabía. Podía haber sido así, pero también pudo tratarse de una espora, una bacteria, un virus atrapado en el permafrost, una semilla de caos que se abrió camino por las tuberías de un complejo petrolífero e infectó un oleoducto, navegó los océanos en ciudades flotantes, el moho mutado adherido al plástico de los CD porque habíaaprendido a comérselo. Nadie llegaría a saber de dónde había venido, y el mundo era suyo”.
En esa gira de Federico Stahl por un mundo devastado donde ya no existen las fronteras y los pueblos carecen de nombre, podría pensarse que es más importante el viaje interior que realiza el personaje durante la travesía. Un viaje por carretera pero hacia el interior de la memoria, los recuerdos y las promesas incumplidas.
“Creo que ambos viajes son relevantes, porque el primero habla de los restos de nuestro mundo y nos involucra como vecinos. Es la ucronía y la construcción de esa nueva realidad la que hace posible esa existencia en particular. El segundo viaje (el interior) es una constante. La obra de Sanchiz vuelve varias veces a esa preocupación por la memoria, los recuerdos y las variaciones. Todas las representaciones de Federico Stahl o los otros personajes que componen su obra están siempre conectados con esas promesas incumplidas, con esa nostalgia, incluso, de mundos que no conocen”, dice la escritora argentina Flor Canosa (Pulpa, Los accidentes geográficos, La segunda lengua materna).
“Federico Stahl pasea por lo que no fue de su propia vida, por lo que no fue en potencia: tal vez un gran músico o una estrella de rock. Y al mismo tiempo, nos muestra el mundo exterior que también es un mundo incumplido, un futuro muerto, en el que el avance tecnológico y la posibilidad de conexión se han detenido porque la gasolina y el petróleo han dejado de existir. Para mí, el tema de la materialidad del plástico me llevó inevitablemente a pensar en la preocupación por el petróleo de Reza Negarestani, y ver en esa mezcla la existencia de una entidad extraña, inentendible, en la que se ha colado la potencia de la civilización tecnocapitalista en las consecuencias en las que vivimos hoy en día: la idea de que no somos nosotros los humanos los que producimos nuestro propio futuro, y que los autores de semejante obra son en parte el demonio/dios que habita en la maraña del plástico y en el petróleo”, agrega el escritor e ilustrador colombiano Luis Carlos Barragán (El Gusano, Parásitos Perfectos, Tierra Contrafuturo).
“En medio de las ruinas, como un Felisberto Hernández postapocalíptico, Federico Stahl recorre las provincias del Valle para interpretar piezas clásicas de piano y, en el camino, encontrar una lógica que le explique la naturaleza de las crisis”, añade Rodrigo Bastidas Pérez, académico y editor de Vestigio.
Todo termina con el colapso de la civilización: sueños, ilusiones y promesas, para que queden en la memoria los futuros que podrían haber sido y que ya nunca llegarán. El viaje de Federico, en compañía de Ramírez (una especie de mánager/guardaespaldas), los dos atravesando solos la desolación mientras recuerdan el pasado y discuten diversas teorías conspirativas sobre el origen del virus. En esta exploración de su espacio interior Federico indaga lo que pudo haber sido de su vida.
“Federico vive entre esa nostalgia de lo que no fue y la convicción nihilista de que no hay nada que esperar del mundo. Es, quizás, el más triste de mis personajes –es decir, de las variantes de Federico Stahl–, pero eso es porque se nos ha enseñado que el nihilismo radical (la idea de que todo sentido es producido y que nada «vale» o «significa» por sí mismo) es así, cuando en realidad es posible repensarlo por completo”, dice Ramiro Sanchiz.
“Se formula esa teoría que terminó por sobrevivir: algo, en los océanos, aprendió –para sobrevivir– a comerse el plástico que produjo la industria, a metabolizar la más persistente de las basuras; y ese algo impregnó las bases mismas de la biosfera, los virus, las bacterias, los hongos unicelulares, y generó una matriz o vórtice de enfermedades que amenazó con aniquilar a la humanidad”.
El hecho de que un virus nuevo, surgido en apariencia de la nada, cambie el mundo de la noche a la mañana y nos obligue a replantear muchas cosas de nuestra existencia es algo que todos experimentamos con la pandemia por el COVID-19, y resulta inevitable recordarla mientras se lee esta obra de Sanchiz.
“Algunas de las ideas que se volvieron centrales para la novela –como la idea de pensar por fuera de la distinción entre orgánico y sintético, natural y artificial, vivo e inanimado– son anteriores a la pandemia por el COVID y de hecho son temas que me han interesado siempre. Pero la pandemia me dio dos cosas muy específicas: primero, la idea de no escribir una novela sobre una pandemia o epidemia –en el sentido de no narrar esa pandemia o epidemia– sino pensar más bien en lo que vino después, veinte años más tarde, y cómo el mundo de alguna manera se adaptó y por tanto cambió; segundo, la mezcla de memoria y deseo de la que habla T. S. Eliot en Cuatro cuartetos, que ante todos aquellos planes que teníamos a comienzos de 2020 o fines de 2019, y que no llegaron a ser, se volvió –como supongo que sucede cada vez que enfrentamos a un acontecimiento tan vasto como la pandemia– un eje afectivo o una matriz de emociones para muchos de nosotros. El qué hubiese pasado si…”, dice el autor.
Aunque la historia de la gira del pianista en medio del nuevo mundo gobernado por la maraña, llevando música clásica y entretenimiento a estas personas con ansias del viejo mundo, es lo suficientemente interesante para atrapar la imaginación de cualquier lector, el macro tiene aquí una atracción mayor: el Proyecto Stahl. “No conozco otro escritor que tenga un proyecto semejante. En nuestro continente, seguro que no. En el mundo, me atrevería a dudarlo. Porque el Proyecto Stahl no es sólo un personaje que tiene distintas versiones en todas las novelas y cuentos, sino que implica que cada vez que una novela o cuento se publica en una nueva edición, ya no es la misma obra. Nosotros publicamos la versión argentina de «Verde» (en la editorial Indómita Luz), que originalmente fue publicada hace como diez años en Uruguay, y nuestra edición es otra novela”, afirma Canosa.
Algunas de las novelas que forman parte de este proyecto incluyen: El orden del mundo (El Cuervo, 2014; Fin de Siglo, 2017), Las imitaciones (Décima Editora, 2016; Vestigio, 2019), Ahab (Elektrik Generation, 2019), La expansión del universo (Random House, 2019), Verde (Fin de Siglo, 2016; Indómita Luz, 2023), etc.
Los que no estén familiarizados con el Proyecto Stahl ni con la obra de Sanchiz podrían preguntarse si vale la pena leer esta novela, o si podrán disfrutarla.
“Creo que una de las grandes virtudes de Un pianista es que es una gran puerta de entrada a la obra de Ramiro. Tiene la misma densidad de todos sus trabajos, esa prosa hipnótica, pero a la vez es una historia que va tejiendo de una manera muy liviana. En su obra, además, no hay una cronología lineal, por lo cual se puede ingresar por múltiples accesos. Luego, cuando se releen otros de sus libros, se empiezan a disfrutar todas las semillas, todas las variaciones sobre el tema principal y las reverberaciones”, afirma Canosa.
“Creo que el proyecto Stahl no tiene una puerta de entrada fija. Se puede ingresar desde cualquiera de las novelas que la integran. Cada novela es perfectamente autocontenida y, por lo tanto, cualquier lector puede entrar a este multiverso maravilloso por Un Pianista de Provincias”, dice Barragán.
Hay encuentros con viejos amigos y amantes, la consumición de frutas alucinógenas, el descubrimiento de figuras antiguas que obran como talismanes y la comprensión de que el futuro que no fue, es probable que nunca hubiera sido de todas formas porque, como el personaje entiende y lo dice el autor, “la vida no estafa a nadie porque nadie, en el fondo, merece nada de la vida”.
Este viaje hacia un paisaje interior cuenta con la figura del gigante J. G. Ballard (1930–2009) como padre espiritual y principal influencia. “En gran medida, aunque no sé si el resultado se le parece, El mundo sumergido, que es una de mis novelas favoritas de todos los tiempos. Y en esa línea de relación entre el paisaje interior y el exterior, La exhibición de atrocidades también es una referencia insoslayable”, afirma Sanchiz.
“Con Un pianista de provincias Ramiro Sanchiz no solo escribe su mejor novela hasta el día de hoy, sino que propone una nueva forma de escribir y leer. Sanchiz ha creado una narrativa de sustancias en disolución y fluidos en suspensión; una discontinuidad sincrética que se solidifica, se disuelve y se volatiliza, al ritmo frenético de una interpretación musical que rompe las leyes del tiempo”, agrega Bastidas Pérez.
Poco más que agregar que invitarlos a dejarse seducir por el personaje de Federico Stahl y su aventura en este mundo reconfigurado por esa misteriosa maraña y sumarse a los adeptos del fascinante Proyecto Stahl.
Un pianista de provincias forma parte de la colección Mapa de las Lenguas de la editorial Penguin Random House y se encuentra disponible en las principales librerías.