Posas tu mirada
de nuevo entre
mis mejillas,
el calor que emana
de lo más profundo
de tu iris
devuelve al alma
los cayos de aguas turquesa
que pensé
yacían solo en las guirnaldas
de
las vidas que viví.
Y el viento te besa
el cabello,
agradecido por el
refugio que tu piel brinda,
tú no te inmutas,
pues como la arena,
ya es costumbre
para ti
recibir al mar y desalmar
al sol.