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Convertir lo clásico en contemporáneo: una entrevista con Lorena Barrera

Conocí a la pintora y muralista mexicoamericana un día después de ver a Glenn Close interpretar magistralmente a la sumisa esposa de un Nobel.

Conocí a la pintora y muralista mexicoamericana Lorena Barrera (El Paso, Texas, 1993) el fin de semana, precisamente un día después de ver a Glenn Close interpretar magistralmente a la -aparentemente- sumisa esposa de un Premio Nobel de Literatura. Venía preparado, con la mente en estado de gracia: reconciliado con el arte. Idealizaba una tertulia sobre movimientos paradigmáticos, de antagonismos estilísticos, de mentes perturbadas y de genios incomprendidos.

Descolocado por la Teoría de la simulación de Elon Musk, me refugié en la literatura rusa y el existencialismo francés, escapando de Gogol y Sartre sin temor a represalias. Cuando mejor lo pasábamos, sentí un pequeño escalofrío provocado por un físico teórico de nombre extravagante. Debe ser la clase de calvario por el que pasó un desorientado Jacobo Zabludosvky en la casa de Salvador Dalí en Portilligat, pensé. Un artista no es artista sin la virtud de ser impredecible.

¿Playa o montaña?
Playa, playa. No soporto el frío.

¿A qué le temes?
A casi nada, supongo. Pasar de la aviación, al teatro, y después a la pintura habla de una persona libre de miedos.

¿En qué crees?
En muchas cosas, depende en qué momento me lo preguntes. Ahora, por ejemplo, me está dando por creer en La teoría de la simulación de Elon Musk.

¿De qué va?
Somos parte de una especie de juego de video, vivimos y nos desarrollamos dentro de una supercomputadora. Lo que percibimos como realidad forma parte de una simulación.

Suena apocalíptico…
Son las cosas que deja leer sobre existencialismo y filosofía…

¿Filósofos existencialistas?
Camus, Proust, Tolstoi y Dostoievski. La psicología de los personajes es todo en un libro. Está El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, quizá la primera lectura que me hizo reflexionar realmente con ese dilema entre lo ético y lo estético. Y luego, ya mucho más madura, Memorias del Subsuelo: una obra con un significado muy profundo.

Autor complejo Dostoievski, ¿no?
Sí, mucho más que Paulo Coelho (risas).

¿Huyes de los clichés?
No, me encanta el pop, por ejemplo. Tengo un mural de Cantinflas en el corazón de la Roma. Me interesa que mi obra sea valiosa para la gente, que los represente. No mando mensajes ocultos con la pintura.

¿Te ha perseguido el fantasma de Frida Kahlo?
Frida Kahlo me inspira más como persona que como pintora. Es un personaje magnético y genuino interesantísimo que se alimenta del dolor, pero no puedo decir que mi arte esté influenciada por ella. Me han marcado más otro tipo de personas alejadas de la pintura como Jane Austen y especialmente Brenda Chapman.

¿Qué es el arte?
Provocar emociones, trasladar ideas, transmitir sentimientos. El arte, para mí, debe tener un propósito, aunque no soy tan pretenciosa. El arte es la forma más cruda y sincera de hacer propaganda.

¿El arte reivindica?
Depende, el arte tiene un significado distinto para cada persona. Me siento mejor pintando de lo que me sentía en las clases de charrería a las que me llevaba mi padre, sin ninguna duda.

¿La pintura y el muralismo fueron un refugio o una consecuencia?
Una consecuencia, totalmente. Llegué casi por casualidad, no estaba dentro de mis planes, aunque ahora lo estoy disfrutando muchísimo.

¿Eres apolítica?
Soy socialista, del tipo de Bernie Sanders, pero no me interesa mezclar el arte con la política.

El muralismo comenzó como una expresión sociopolítica…
Sí, pero no busco imponer mis convicciones a través de la pintura.

Define tu obra…
Convertir lo clásico en contemporáneo. Me siento parte del realismo espontáneo, debo ser la precursora en México y, seguramente, la única (vuelve a reir).

¿Realismo espontáneo?
Es un movimiento de arte contemporáneo popularizado por un pintor austriaco VOKA y la francesa Françoise Nielly. Es, esencialmente, arte subjetivo. Recrear o reinterpretar el concepto de un objeto a través de utensilios de poca precisión como una espátula o un pincel grueso y un nuevo esquema de colores. Es una mezcla interesante entre lo real y lo abstracto.

Sin fronteras creativas…
No, explorar forma parte de mi estilo. Pasar de pintar retratos a murales fue parte de traspasar una frontera. No pienso en eso cuando pinto, sinceramente.

Van Gogh primero soñaba con pintar y luego pintaba sus sueños…
Supongo que no soy la típica pintora bohemia, no encajo con ese estereotipo.

¿La vida es un pensamiento abstracto?
Sí, sí. Todo en la vida es relativo. La vida misma es relativa. Albert Camus dedicó muchísimo a hablar sobre el sentido real de la vida. Teorías existencialistas.

Regresamos, irremediablemente, a la filosofía…
Es que todo tiene que ver con eso, por lo menos para mí. Mira la teoría proustiana y la memoria: el déjà vu de los olores y los sabores. Nuestros recuerdos son filosofía. Pedir o no un café es filosofía. Hablar contigo es filosofía. Todo en la vida es filosofía.

¿A qué personaje te gustaría conocer?
A Michio Kaku, la física teórica es algo extraordinario. Imagínate hablar con alguien que desarrolló un acelerador de partículas. Ciencia pura.

¿Qué sigue?
Pintar, supongo. De momento, darle luz y color a mi desértica Torreón. Me interesa vivir del arte, no que me consuma.

Por Ricardo López Si

Periodista, viajero y escritor.

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