Era aquello que había jurado jamás ser: un incompetente, un fracasado, un mediocre.


Era aquello que había jurado jamás ser: un incompetente, un fracasado, un mediocre.

Vi en el horizonte una montaña que jamás había visto, su cúspide se perdía entre las nubes, y a cada voz del canto, se acercaba más y más, hasta cubrir mi vista.

Llevaba un vestido carmesí de gran escote en la espalda, su andar era ligero, suave, encantador.