Autobiografía de mi padre de Pierre Pachet: Retratos paralelos

Su madre murió cuando tenía cinco años. Y a los veinte vio por última vez a su padre en Burdeos, la ciudad en la que estudiaba medicina y a la que se había trasladado cuando su progenitor se casó tras la muerte de su esposa. Estos dos hechos marcaron por completo la existencia del novelista de culto francés Pierre Pachet (1937-2016), pionero en los años ochenta de lo que se ha dado en llamar autoficción.

Asegura Pachet en la nota preliminar de Autobiografía de mi padre (Editorial Periférica), que en el libro hablará poco de él, pero el lector no sabe si se refiere a sí mismo o a su padre, ya que sus personalidades se funden y confunden constantemente en estas páginas, de modo que a veces se tiene la impresión de estar leyendo una obra en primera persona y otras las memorias de Simcha Apashevsky, médico de origen judío y padre del propio escritor.

En cualquiera de los casos, el narrador expone -en los primeros capítulos de este libro hermoso y desolador- la trayectoria vital de alguien que puede ser él mismo. Alguien que se establece en París, se casa y tiene dos hijos; alguien que trabaja como médico militar durante la 1ª Guerra Mundial. Alguien que nos habla de su identidad y revela aspectos desagradables de su persona (el protagonista es severo y arbitrario en el trato que dispensa a sus hijos) y que, como advierte la voz que nos habla a través de estas páginas, hace a lo largo de la novela un intenso trabajo de introspección, “una autoscopia sobre un sujeto vivo o moribundo, lo cual viene a ser lo mismo”.  

Dividido en siete apartados, el tramo final del libro incide en los problemas de salud del protagonista y abunda en confesiones: “Me da miedo la muerte, el sufrimiento solitario, ese lecho del que no saldré vivo”.

Autobiografía de mi padre, considerada una de las cincuenta mejores novelas del siglo XX, narración escrita con prosa extremadamente directa y sencilla, es un relato fragmentario y evocador que aúna voluntad intelectual o filosófica y no pocas notas existenciales. Si esta es la primera obra publicada en España de Pierre Pachet -precursor de autores como Annie Ernaux y Enmanuelle Carrere- urge traducir sus otros libros al castellano, especialmente Adieu, donde habla de la enfermedad y muerte de su esposa. Igual que sucedió hace dos años con Nuestras vidas, de Marie Helen Lafon, esta novela del escritor parisino -lúcidamente pesimista, terriblemente veraz- es una joya oculta de las letras francesas recientes.

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