Hubo floreadas primaveras arrullando el naranja del atardecer del cielo. En el susurro de las frías puertas, pero melancólicas paredes que se roban sus días. Sentado en la fría silla del viejo parque, cuentan las hormigas se lo han llevado las lágrimas del invierno al azul del cielo.
Entre las caricias de las violetas y el secreto de los duendes no hay retorno a la frágil tierra. Me quedado sin su barba y el misterio de sus ojos que extasiaban mi alma, pero cuentan las hormigas que son secuelas del tiempo.