Extraño las noches frías caminando por La Cañada, quemándonos el ultimo porro (si es que había), mirándonos entre todes y pensando qué vamos a gulear cuando lleguemos a nuestros departamentos.
En las vueltas a mi departamento nunca pasé frío, nunca me sentí sola, siempre estuvieron ustedes, caminábamos agarrades. Hoy, encerrada, esas vueltas al hogar que parecían ser eternas, no las veo tan eternas, ahora pienso que fueron DEMASIADO CORTAS.
Extraño seguir sus ubicaciones para saber si llegaron bien a casa, esperando que me envíen un mensaje diciendo “ya llegué”: ese es el único contacto virtual que me gustaría tener.