Cuando vivía con la tribu Niúachi, en la región de los grandes lagos, un anciano me contó esta historia. Hace muchos años, un sapo y una rana vivían en un pequeño estanque. El sapo, aburrido de no hacer mucho, quería salir y conocer a otros como él. Pero solamente pensaba llegar hasta San Luis (Missouri). Mientras la rana, que era su única amiga, quería salir al mundo y vivir su soledad. Ambos, me dijo el viejo, estaban en lo correcto. Pues para cada persona hay un camino corto o uno largo. Pero todos tenemos que salir alguna vez. Así que, hijo, tu tiempo ha llegado. Es momento de que vayas a conocer otras tierras y experimentes otras cosas. En ese instante se levantó y me abrazó. A la mañana siguiente recogí mis pertenencias y, como la ranita, me fui a vivir mi soledad en el mundo que había creado el hombre blanco.
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El sapo y la rana
