Empecemos por dejar clara una cosa: el Sol no nace en Japón. De hecho ni siquiera nace: ya nació hace bastante, cuando Japón aún no existía. Incluso si lo tomamos de forma metafórica, esto del “Sol Naciente” es fruto de la delimitación arbitraria de la línea de cambio de fecha… y en tal caso, Nueva Zelanda es la más cercana.
Hecha la introducción impertinente, vamos al tajo.
Cerrado casi por completo al resto del mundo hasta finales del siglo XIX, Japón es uno de los países del mundo más singulares (entendiendo singular como distinto al resto, no como extraño) cultural y socialmente. Durante veinte años me he ido aproximando gradualmente a esta cultura, primero a través del anime (animación japonesa) y más adelante con el cine, la literatura y la historia. Ya en años recientes, empecé a leer periódicos en inglés escritos en Japón y a informarme sobre la realidad de algunos temas recurrentes, como los clubes escolares, las relaciones entre veteranos y novatos en el mundo académico y profesional, las parejas o los hikikomori.
El mayor reto para la comprensión de otra cultura, pero especialmente de una tan singular como la japonesa, es verla desde dentro: solo se puede entender Japón desde la mentalidad japonesa, comprendiendo su sistema de valores y tradiciones e, independientemente de la opinión personal que nos merezcan, aceptando que son los pilares sobre los que se construye su sociedad. El conflicto entre los valores tradicionales y la globalización ha sido objeto de discusión ya desde la apertura de Japón al resto del mundo durante la Revolución Meiji, a finales del siglo XIX. Bajo una aparente occidentalización, este carácter intrínsecamente japonés persiste y choca con las nuevas costumbres.
En esta serie de artículos intentaré ahondar sobre diversas cuestiones de la vida japonesa, como la escuela, la empresa, las relaciones sociales; y problemas que afronta el país como la baja tasa de natalidad, la soledad, los marginados o las relaciones abusivas de poder. Obviamente, por mucho que lo intente mirar desde la perspectiva del otro, no soy japonés y no lo entenderé de la misma forma que un nativo, por esto uso el verbo “intentar”. En Japón no hablan subtitulado, pero espero que esta serie sea una pequeña ventana al país. Yoroshiku onegai shimasu (“por favor, trátenme con consideración”).
EN JAPÓN NO HABLAN SUBTITULADO (1): AL CLAVO QUE SOBRESALE LE ESPERA EL MARTILLO
EN JAPÓN NO HABLAN SUBTITULADO (2): EL MICROMUNDO ESCOLAR
EN JAPÓN NO HABLAN SUBTITULADO (3): LA DESILUSIÓN DEL AMOR Y LOS JÓVENES HERBÍVOROS