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Una dedicatoria de amor desde Florencia

Reflexionaba sobre las calles vacías de una ciudad de la que han desaparecido todos sus turistas, sumida en la nostalgia.

Durante el tiempo que viví en Florencia me gustaba pasar horas sentada en la Loggia della Signoria, junto al museo de los Uffizi, observando las masas incesantes de turistas que admiraban maravillados sus esculturas. Pensaba muy a menudo en qué nos dirían si pudieran hablarnos y en cuántos recuerdos y anécdotas podrían contarnos. Allí estaban, inmóviles y desconocedoras de su despampanante belleza, indiscutibles protagonistas de la capital por excelencia del Romanticismo. Sin embargo, mi momento preferido era la noche, cuando se dispersaban las masas y me descubría a mí misma mirando a estas esculturas icónicas desde una perspectiva completamente nueva, la que te proporciona algo tan “sencillo” como el silencio. 

Sobre ese silencio reflexionaba estos días al ver las calles vacías de una ciudad de la que han desaparecido todos sus turistas, sumida en la nostalgia a causa de la emergencia sanitaria. Esta es la idea que se desprende del último trabajo del estudio italiano Riprese Firenze, un vídeo titulado To humans from Florence (A los humanos desde Florencia), que ha hecho hablar a las centenarias esculturas y que ha contado con el apoyo del ayuntamiento florentino y de otras instituciones: “Qué extraño este silencio, hace años que no lo escuchaba, las calles desiertas, las persianas bajadas y las plazas tan vacías. Echo de menos a esos hombrecillos frágiles y cómicos”. Así comienza el diálogo entre la réplica del David de Miguel Ángel, el Perseo de Bronce que sujeta la cabeza de Medusa, Filippo Brunelleschi que admira su cúpula, Dante sobre Piazza Santa Croce que nos invita a leer poesía y a reflexionar sobre el concepto del amor y el Porcellino que echa de menos las caricias y los deseos; todos ellos observan con incredulidad su ciudad vacía. 

Para entender la importancia del patrimonio artístico como elemento social de unión, contacté con Matteo Gazzarri, director del vídeo y fundador del estudio. Procedente de un mágico pueblo medieval toscano denominado Volterra, vive desde hace 16 años en Florencia, una ciudad que reconoce no haber podido abandonar por culpa de su encanto: “El vídeo es una dedicatoria de amor, para que los demás puedan ver la belleza de la cotidianidad con nuevos ojos”. Por ello, decidieron crear los personajes desde una perspectiva nostálgica que fuera capaz de transmitir positividad. 

Uno de los temas sobre el que todos deberíamos empezar a pensar se refleja también en este trabajo: ¿Debería cambiar nuestra relación con las calles, con el entorno que nos rodea y su patrimonio artístico? Según Matteo, las palabras de las estatuas invitan a una reflexión sobre cómo usamos nuestro tiempo: “Si hemos echado de menos las calles y las plazas es porque nos falta su belleza”. El mensaje que lanzan es el de “estamos aquí y os esperaremos”, como metáfora de que el arte resiste al tiempo.

 La visualización del vídeo también me hizo pensar en uno de las teorías contaminadas que me repetían al vivir allí, que sostenía que de Florencia no se podía contar nada más, confundiendo su fácil accesibilidad y su masificación con su descubrimiento. Una teoría que, más tarde, cuando vivía en Barcelona, comprobé que se repetía y que tenía que ver con una concepción del turismo basada en números de kilómetros y en ideas erróneas del concepto de “exotismo”. Matteo y yo coincidimos en que no todo está contado. Y aunque lo estuviera, cada historia tiene su propio valor, por ser única: “Creemos que las historias y la creatividad salvarán el mundo. Puede parecer una afirmación fuerte, pero son algo verdaderamente potente, son elementos que conmueven. Y deberíamos recordarlo siempre. Hacen que hablemos entre nosotros”. Como recuerda el escritor Mario Colleoni en un artículo en el que habla sobre su libro Contra Florencia, publicado en el diario El Mundo, “en el orden en el que vivimos, en el que nos alojamos desde hace décadas no ayuda a que la forma de acercarse a la realidad sea ingenia y pura”. 

Sobre esa nueva forma de aproximarse a la realidad y sobre la génesis del proyecto, Gazzarri confiesa que haber grabado las imágenes ha sido como sentirse astronautas de una tierra conocida y desconocida a la vez: “Esta experiencia nos ha hecho trabajar en soledad, en el vacío, sin encontrarnos. Estar a mediodía en una Piazza della Signoria desierta e inmersa en un gran silencio ha sido un momento decisivo. El peso y la extrañeza de la nada, la sensación de soledad, el preguntarse si las personas volverán y las ganas de verse de nuevo son unas sensaciones que hemos vivido y que hemos querido reflejar”. 

La pausa de la incesante cantidad de estímulos que recibíamos allá por donde íbamos ha hecho que retornen aquellas carencias que habíamos escondido y que podamos recuperar esa otra realidad que seguía vibrando, invisible ante nuestros ojos. Para Matteo, esta situación les ha hecho abrir los ojos ante una gran verdad: “Nuestro trabajo consiste en ir más allá de las imágenes de postal, en descubrir la belleza insólita y en dar algo a cambio a nuestra ciudad; ya no hay tiempo de seguir exprimiéndola. Florencia es un símbolo del ingenio humano, de la belleza del arte y la ciencia, una inspiración y una invitación para osar allá donde vayamos”.

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