Constanza Rojas es una escritora originaria de Mazatlán, Sinaloa, México. Se autodefine como: “poeta, loca y chica súper poderosa”. Ha colaborado para diversas revistas, antologías, fanzines y blogs. Es autora de los libros Jamaica 69 (Moho, 2002), Jet Set Tropical (Moho, 2017), Las Monas Bichis (Shula Cartonera, 2015), Mala Leche (Librosampleados, 2016) –con prólogo de Wenceslao Bruciaga–, y ha sido incluida en la antología Látex Azul Cielo (Moho, Segunda Edición, 2022). Escribe como un acto emocional, “con todas las emociones, desde el arrebato”.
En entrevista, dialogamos acerca de su ciudad natal, la pretensión en la literatura, el acto de escribir, sus libros, de la editorial Moho, Guillermo Fadanelli y su relato “Cenizas”, incluido en la antología Látex Azul Cielo.
¿Qué recuerdos conservas de tu infancia en Mazatlán, Sinaloa?
Hay una canción perfecta para describir mi infancia: “Isla de encanta” de los Pixies: “Hermanita ven conmigo / Hay aviones cada hora / Donde no hay sufrimiento / Me vieron pasar por la calle / Isla de Encanto / Me voy…”.
¿La pretensión induce a escribir?
La pretensión es la es la aspiración ambiciosa o desmedida, y ésta sería el inductor a escribir, ¿quién hace eso? o ¿quién cree eso? Creo que es pretensiosa la misma pregunta. Yo escribo por el simple placer de hacerlo, me gusta. No soy filosofa, no escribo ensayos.
¿Escribir es un acto de amor, sin eufemismos?
Hablar de amor es como hablar de Dios, cada quien ama a su manera y define la palabra desde como le va en la feria. Yo no escribo como un acto el amor, escribo como un acto emocional, con todas las emociones, desde el arrebato.
¿Desde hace cuánto tiempo escribe Constanza Rojas?
Desde la escuela secundaria, hace ya más de tres décadas.
¿En qué condiciones se dio la publicación de tu libro de relatos Jamaica 69 (Moho, 2002)?
Jamaica 69 nació en los noventas, sin la censura, sin lo políticamente correcto, en la contracultura; es increíble que Instagram censure la portada de mi libro por enseñar una vaquera en topless.
¿Cuál es la exegesis creativa detrás de Las Monas Bichis (Shula Cartonera, 2015)?
Bichis significa desnudo, en Mazatlán existen un monumento que se llama El monumento al pescador, pero la gente de aquí le llama “Los monos bichis” es una pareja, hombre y mujer desnudos, existen varios monumentos en Mazatlán con “Monas bichis”, el nombre seria de ese libro “Las mujeres desnudas”. El libro es una compilación de cuentos que hablan sobre mujeres sin filtro, bichis.
De Mala Leche (Librosampleados, 2016), Wenceslao Bruciaga escribió en el prólogo lo siguiente: “Mala Leche es más una propuesta de letras lúdicas que un libro común. Rompe con el cliché de la narrativa lineal y esa linealidad que cada vez más se incrusta en la personalidad homosexual”. ¿Qué representó para ti esta novela?
Mala Leche es novela de un personaje homosexual, para mí fue un acto de libertad absoluta. En su creación nunca me cuestioné si ofendía alguien o si era políticamente correcta o no. Es algo que en ese momento necesitaba escribir, tenía que darle voz, eso que no quiere ser escuchado, pero que existe.
¿De dónde surgen los personajes de Jessica, Fanny, Queta y Doña Alda, de Jet Set Tropical (Moho, 2017)?
Mis personajes pueden ser tu vecina, tu mamá, tu tía, tu prima, tu hija, tu hermana, tu amiga o tú misma. Yo escribo de lo que conozco, de lo que me rodea, el escribir esta novela fue un proceso divertido, darle voz a estar mujeres tropicales, su sentido de vida y sus amores, muy apasionadas eso sí.
¿Haciendo yoga y siendo vegetarianos nunca nos pareceremos a Madonna?
Creo que ahora Madonna quiere parecerse más a un buchona que una yogui vegetariana, la nueva versión 2023 va para allá. Ser buchona está moda.
¿Cómo conociste a Guillermo Fadanelli?
Lo conocí en la feria del libro de Monterrey, en 1997. Fui a una conferencia, ya tenía tiempo escribiendo, publicando en revistas universitarias y literarias en el Norte, me interesó la propuesta de la revista Moho, y le envié por correo –sí de esos que los metías en un sobre–, algunos cuentos. Me publicó en la revista Moho, lo demás es historia.
Háblame de tu relato dentro de la antología Látex Azul Cielo (Moho, Segunda Edición, 2022).
Mi relato se llama “Cenizas”, narra la primera vez de una adolescente. De las expectativas románticas del sexo. En actualidad las siguen teniendo las adolescentes y muchas mujeres adultas, habla también sobre la culpa. Claro, estoy hablando décadas después del texto que lo escribí desde un acto de libertad, y en mí la juventud.
¿Cómo es tu relación con Guillermo, qué representa para ti su amistad, narrativa y pensamiento crítico en un mundo sin sentido?
Guillermo es mi amigo, mi compa, mi cómplice y mi editor, siempre he sido su fan. Soy muy afortunada de tenerlo en esta realidad, dentro de este multiverso.
¿Le darías el Nobel a Willy?
Claro, quien no quisiera darle a Willy un millón, 116 mil dólares.