La vida era una fiesta al cruzar ese arco, una partouze de saberes, la boheme, todo o nunca o demasiado, el pleonasmo del rigor del mezcal pseudointelectual.
Luz tenue en medio de un manantial de caras bellas y altares de élite, para filosofar, pues en la burbujeante juventud nos sobra tiempo y capital cultural.
Todo era un sueño en el que perderse, nada podía salir mal en el festejo de los cazadores de ideas, carne para caníbales éramos, y así, me inyecté el veneno oculto en el champán.
Qué osada era,
que bebí como si nada.