Me he visto tentado a abandonarte,
indigna circunstancia.
Traté en el insomnio,
cerca de las fauces
del amanecer
pendiendo de un peldaño
de cordura calcinada.
En madrugadas eternas
de melancolía repleta.
Y como navegante
de distancias
he pernoctado,
encubierto risotadas, calumnias,
mentiras y razones pueriles,
tan burlescas como descaradas;
entre penas gloriosas,
y pensamientos selváticos,
cazando historias,
e histerias.
Atado a tus memorias,
como abandonado en el
rincón más abultado de olvidos,
equiparable sólo a la efervescencia del pensamiento
de un efímero designio
en la mente del gitano.
Y en la gloria del abandono, ya
exiliado
de mis propias tierras
de tu incredulidad,
me uno a esos días sin noche
de lúgubre destello,
donde la nada se desvanece,
en tus entrañas
y la oscuridad.