Pienso que así se ha de sentir desintegrarse;
reventar como el pistilo de un hibisco
en las dulces manos de un niño cruel.
Jugamos a intercambiar partes del cuerpo
y así ocurrió el desmembramiento:
Ella pidió mis piernas
para darles un par de mordidas.
Yo pedí a cambio su prominente espina dorsal,
que me hace pensar en el fósil de un dinosaurio…
En la explosión de imágenes
aparece mi lengua;
Mi lengua lamiendo sus vértebras
Mi lengua mojando sus cordilleras.
Ella montada en mi regazo,
y yo enganchada a su cuello,
lacerando con saliva
cualquier resto de piel muerta.
Pienso que así se ha de sentir abandonar el cuerpo, Madreselva.
Elevarnos como polillas
al cielo de la habitación.
Traspasar el techo para adentrarnos
en las vísceras que escupe esta ciudad infernal.
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