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Mujeres modernas

Es momento de romper, de una vez por todas, esas etiquetas que la sociedad nos dio a través del tiempo. Tenemos que empezar a normalizar que las mujeres somos libres y personas completas.

Cada vez es más común escuchar la definición de mujeres modernas. ¿Qué cambió? En esencia, nada, seguimos siendo las mismas desde lo profundo. Sin embargo, hoy en día nos permitimos cuestionar y levantar la voz ante aquellas etiquetas que nos han puesto a través de la historia. 

Típicamente se nos ha enseñado que las mujeres debemos ser calladas, lindas; tener modales y postura impecables. Alguna vez, un compañero de trabajo me dijo que no le parecía que yo era muy femenina. Le pregunté por mera curiosidad por qué, a lo que contestó que simplemente pensaba que era muy escandalosa cuando me reía, que era muy argumentativa para ser mujer y que me sentaba de una manera muy desganada. 

Mi abuela, incluso, se atrevió a decirme que si no aprendía a cocinar y hacer las labores domésticas, mi esposo me iba a poner de patitas en la calle. Si siguiera con vida, tal vez mi querida Moles estaría muy decepcionada de enterarse que no soy buena haciendo quehaceres ni mucho menos cocinando. O tal vez se sentiría orgullosa al darse cuenta de que sus palabras tuvieron un gran impacto en mí, pues desde entonces me dediqué a hacer exactamente lo opuesto a lo que me decían que tenía que hacer. Por ello hoy me siento sumamente liberada.

Desde muy pequeña empecé a cuestionarme los estatutos en los que nos regíamos como sociedad. ¿Para qué necesito un esposo?, le preguntaba a mi abuela, a lo que ella me contestó: “Todas necesitamos un esposo para formar familias y reproducirnos“. Pero tú no tienes un esposo y aun así tienes una familia. Bueno, mi situación es ‘atípica’, pero en realidad, también un esposo es el que provee en el hogar“. Pero tú, como no tienes esposo, eres la que provee en el hogar. “Bueno, sí, pero la vida es más fácil con un esposo para criar a tus hijos“. Eventualmente se quedó sin respuestas a mis interminables preguntas y sin fundamentos sólidos que pudieran sostener sus argumentos. Nunca me los creí; mucho menos los entendí. 

Con el paso del tiempo fui defendiendo eso que quería hacer y a manera de lo que pensaba era un capricho, pues entre más escuchaba frases como: ‘tú no puedes’, ‘no deberías’, ‘está muy mal visto’; más interesante era para mí desafiar el statu quo. Hoy entiendo que no era un capricho, era un impulso de levantar la voz ante definiciones de la mujer y feminidad obsoletas. Cuando dejé de complacer las expectativas que la gente tenía puestas en mí fue cuando aprendí a complacerme a mí misma. 

La maternidad, sin embargo, sigue siendo para mí un tema de revuelo. Biológicamente, es indudable que las mujeres estamos a cargo de la complicada labor de traer un ser al mundo. Aunque no tengo hijos, por lo que me cuentan, entiendo que tenerlos es también un regalo maravilloso. No obstante, me parece que se habla muy poco de lo difícil que sigue siendo hoy en día para una mujer balancear su vida personal, carrera profesional y rol como madre.

Creo que tenemos que empezar a verbalizar la responsabilidad conjunta de las parejas al traer un hijo al mundo, la cual debe ser repartida en partes iguales. Me parece que aún tenemos la labor de eliminar conceptos sembrados en el pasado que sostienen que los hombres son sólo un ‘apoyo’, que la mujer se queda en casa mientras su pareja sigue con su vida de manera prácticamente normal y que no podemos ser otra cosa más que buenas esposas y madres. 

Hoy es momento de romper de una vez por todas esas etiquetas que la sociedad nos dio a través del tiempo. Tenemos que empezar a normalizar que las mujeres somos libres y personas completas. Me parece fundamental empezar a defender eso que somos, lo que nos gusta, lo que no y lo que nos caracteriza ante los hombres que nos rodean, ya sean amigos, familia, pareja o colegas. Ellos también han crecido en una sociedad patriarcal, que, en su caso, les ha beneficiado. Sin embargo, hoy también les corresponde a ellos comenzar a entender y acoger a las mujeres modernas, pero, sobre todo, libres. 

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