Padre Pablo, un tratado moral sobre el absurdo

Desde el instante en que el hombre somete a Dios a un juicio moral, lo mata en sí mismo. ¿Pero cuál es, entonces, el fundamento de lo moral?

Albert Camus, El hombre rebelde

Padre Pablo, la ópera prima del director José Luis Isoard Arrubarrena, funciona como un tratado de filosofía moral capaz de provocar una profunda sensación de vacío existencial. La cinta aborda un fragmento de la vida de Pablo, un sacerdote católico, joven y poco social, el cual se ve orillado a visitar a su padre que se encuentra postrado en una cama. El conflicto se sitúa en la interacción (y no interacción) entre padre e hijo, que deja observar un claro contraste respecto a las visiones que tienen del mundo y que nos dejan un par de preguntas acerca de la existencia misma, y de los valores morales que se arraigan a la fe católica.

Resulta interesante cómo ambos personajes reflejan dos de las tres diferentes formas de enfrentar al absurdo de la vida postuladas por el filósofo franco-argelino Albert Camus. Primero tenemos a Manuel, rendido completamente al absurdo, dado que su condición le ha imposibilitado poder hacer sus necesidades básicas. Poeta y ateo, Manuel es un personaje que ha perdido el sentido de la vida. La muerte simplemente es un escape a un mundo que ya no tiene sentido para él. Por otro lado, tenemos a Pablo, sacerdote y por ende fiel creyente del catolicismo. Éste ejemplifica la segunda forma de enfrentarse al absurdo: abandonarse a la fe.

Desde su primer encuentro Manuel, padre de Pablo, le dice que “no va a convencerlo”, anteponiéndose a las posibles intenciones de que Pablo quiera interferir en el plan que Manuel está por ejecutar. Y aún con ello, Pablo intenta convencerlo de forma indirecta, tratando de persuadir a Esmeralda de que no lo haga. Ambos personajes son igual de testarudos, puesto que creen que su forma de lidiar con el absurdo es la única forma posible.

La cinta nos regala varios planos preciosistas con poco o nulo diálogo, con sonidos ambientales que nos sirven para reflexionar, al igual que lo hace el personaje. A partir de estos planos accedemos a la intimidad de Pablo y somos capaces de conocer aquello que él esconde: la humanidad misma, la cual intenta ocultar detrás de su sotana de padre, que usa casi todo el tiempo. Resulta irónico notar que cuando no puede usarla se siente desprotegido, puesto que es un escudo que utiliza para enfrentar la vida. Y es precisamente cuando no tiene este escudo, físico y mental, que puede ser mas humano, incluso sentirse tentado hacía emociones carnales que lo hacen sentir culpable. Pablo no conoce otra vida fuera de su fe, tampoco tiene intención de cambiar su perspectiva el mundo en este momento. Encima la decisión de su padre, sumado a una petición que lleva a limite sus creencias, dificulta aún más, en la atormentada mente de Pablo, el poder crear un vinculo con su padre, incluso en sus momentos de mayor fragilidad.

Padre Pablo (2021, José Luis Isoard Arrubarrena).

Ambos mundos son irreconciliables, ya que las rupturas emocionales que se han conformado a partir de los años parecen no poder sanar fácilmente. Y es en este momento que nos podemos sentir identificados, puesto que siempre pueden existir rencores o rupturas dentro de una familia, que muchas veces terminan resolviéndose en situaciones límite que hacen que lo demás sea poco importante. Mientras que Pablo se aferra a no dejar de creer, Manuel sigue rendido ante el absurdo que se ha convertido su vida, y ahora mas que nunca solo espera un acto que el denomina caritativo. Y entre estas dos visiones del mundo se genera un abismo que aleja mas a los personajes.

La resolución de la cinta resulta casi poética: uno de los personajes toma una iniciativa que rompe con lo establecido. Tal como lo pústula Camus, se rebela contra el absurdo. Dicha acción revela la humanidad de ambos personajes, que a pesar de todo buscan encontrar los lazos perdidos por el tiempo y limar las asperezas.

Considero a Padre Pablo un sólido debut y, sobre todo, el augurio de una filmografía interesante dentro del cine nacional. José Luis Isoard logra tener como director una sensibilidad única para abordar un tema complejo y humano, que, como toda buena cinta, nos deja con más dudas que respuestas.

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