El 11 de enero de 2015, la revista Proceso publicaba, con un título inquietante, el último texto de Julio Scherer García: Morir a Tiempo. Las letras como despedida y el oficio de reportero asomándose hasta los últimos momentos, proponiendo una entrevista que no sucedería con la siniestra Elba Esther Gordillo.
Periodista incómodo, Scherer realizó en sus inicios puntuales entrevistas a personajes tan disímiles como María Félix, David Alfaro Siqueiros, Frida Kahlo y Alfonso Reyes; ya como director del periódico Excélsior, son legendarias sus crónicas en Checoslovaquia, China, Sudáfrica y Bangladesh, además de los encuentros con Martin Luther King y el escritor Arthur Miller.
Antes de ser atizado por un golpe que lo expulsaría del que en su momento fue uno de los diarios más importantes del orbe, Julio Scherer escudriñó en una operación norteamericana que tendría su cénit en el golpe de estado contra Salvador Allende, en Chile; visitó Argentina, para interrogar a los protagonistas políticos en tiempos turbulentos de desempleo y guerrilla, a mediados de los 70.
La antología Periodismo para la historia (2024), editada por Grijalbo, reúne gran parte de la obra periodística de Scherer, que va de los primeros trabajos en Excélsior, hasta algunas de las entrevistas y textos publicados en el semanario Proceso, un periodo que abarca de 1948 a 2015. Toda una proeza la reunión de semejantes artículos, antes solo disponibles en eternas búsquedas hemerográficas, el libro funciona como una cátedra del periodismo hecho desde la pasión de un ser implacable, probablemente, el mejor comunicador mexicano de la segunda mitad del siglo XX, del mismo tamaño que un Francisco Zarco.
Dividido en 5 apartados: (1947-1959), (1960-1965), (1966-1974), (1975-2014) y El legado de Don Julio, el volumen permite apreciar y entender la evolución del periodista y la metamorfosis del oficio a través de los años. Si al inicio Scherer se da a la tarea de cuidar y difundir la obra de José Clemente Orozco, escribe sobre Diego Rivera y discute con Siqueiros, más adelante permite al lector adentrarse en las amistades cultivadas con Vicente Leñero, Octavio Paz y Gabriel García Márquez; don Julio se sienta y entrevista a la bailarina rusa Anna Pávlova y con la actriz sueca Bibi Andersson habla de cine, muerte y Bergman.
En los textos finales, los más entrañables y siempre desde la primera persona, Scherer transmite la nostalgia de los míticos libros Los presidentes (1986), El poder: historias de familia (1990) y Salinas y su imperio (1997), siempre incisivo y crítico.
Esta poderosa edición de Grijalbo es un cúmulo de periodismo puro, el testamento del hombre que alguna vez apuntó: “Si el diablo me ofrece una entrevista, voy a los infiernos”.
