Se fue la luz

Se fue la luz en el pueblo. Van a dar las cinco y los ventiladores ya no suenan, tampoco las televisiones, ni los móviles y parece que nada se mueve. Ya no suena nada, sin electricidad se alarga la hora de la siesta.

Ansiedad.

Se fue la luz y se fue el teléfono, se fue también la señal del celular. Sin luz no hay comunicación. Sin comunicación se nota que se acabó la luz.

Gente que camina sobre la carretera. Gente que va a otro pueblo. Gente que ya despertó y que tiene la necesidad de comunicarse. De escuchar, de hablar, de sentirse parte de algo porque el ensimismamiento harta, duele, frustra, saca la esperanza entendiendo la esperanza como sinónimo de luz.

La carretera como epicentro de un desastre que no tiene muertos, pero que se siente como un desastre porque el caos parece haberse avecinado.

No hay tiendas porque todo el mundo cobra con una computadora y usa una registradora que funciona con electricidad. Una falla en el capitalismo acabó con el capitalismo.

Ansiedad.

La ventaja sin luz.

El sol pega fuerte todavía. Son las cinco de la tarde y el atardecer apenas está coqueteando con aparecer y provocar el espectáculo de la transición a la noche. Hace calor y ahora no hay ventilador.

No hay ventiladores y la playa está lejos. Hay que sudar para ir a la playa a disimular el sudor mientras se mezcla con arena y sal. Hay que seguir sudando para luego recordar que ya empezó el fresco.

Ahora sigue sin haber luz, pero en cambio hay fresco y gente disfrutando del fresco.

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