Hay que descubrir lo que nos incita a escribir: Susana Benet

Susana Benet (Valencia, 1950) es Licenciada en Psicología y Diplomada en Logopedia. Ha publicado varios libros de poemas, algunos dedicados al haiku: Faro del bosque (Pre-Textos, 2006), Lluvia menuda (Comares, 2007), Jardín (Krausse 2010), Huellas de escarabajo (Comares, 2011), La durmiente (Pre-Textos, 2013), Lo olvidado (Frailejón / UnoyCero, 2015),  La enredadera-Haikus reunidos (Renacimiento, 2016), El último gesto (Frailejón, 2017), Grillos y luna (La Isla de Siltolá, 2018), Don de la noche (Pre-Textos, 2018) y Falsa primavera (Libros Canto y Cuento, 2021).

Recibió el primer premio de haiku Ciudad de Medellín en 2013, por su colección de haiku: Ráfagas. Es co-autora de la antología de haiku Un viejo estanque (Comares, 2013). Ha traducido: Cien visiones de guerra de Julien Vocance (Renacimiento, 2017). Como acuarelista ilustra portadas y libros de poemas.

¿Cuándo comienzas a escribir haikus y por qué te decantas por este género?

Empecé a escribir haikus en 2003 cuando el poeta José Luis Parra me regaló un pequeño libro de autores clásicos japoneses. Aquella brevedad me atrajo de inmediato, porque con pocas palabras transmitían todo un mundo de experiencias y sensaciones. Después comencé a participar en la página El rincón del haiku, donde todavía colaboro cada mes con haikus y acuarelas, en la sección titulada Llovizna. Puedo decir que gracias al haiku aprendí métrica (en mi caso suelo respetar las diecisiete sílabas) y tras publicar mis primeros tres libros dedicados a este género, me atreví con poemas más extensos como los aparecidos en La durmiente y Don de la noche, publicados por la Editorial Pre-Textos y, recientemente, Falsa primavera (Edit. Canto y Cuento).

¿Qué ha cambiado tu forma de ver la vida tras tantos años interesada por el mundo oriental y especialmente por el haiku?

Creo que más que cambiar mi forma de ver la vida, lo que ha sucedido es que se ha consolidado mi gusto por lo oriental. Desde muy joven me sentí atraída por su estética, de modo que comencé a imitar su pintura sumi-e con la que suelo ilustrar mis haikus. Y al mismo tiempo me interesé por la poesía china gracias a editoriales como Hiperión entre otras. Uno de mis primeros descubrimientos se la debo a Marcela de Juan y su antología publicada en Alianza. Me fascinó.

Has impartido talleres sobre el haiku, colaborado en diversas revistas y mantienes activo un blog donde difundes el género nipón por excelencia. Siendo una de las referentes en el mundo del haiku en España ¿Cómo ves la aceptación y la evolución del haiku en nuestro país?

Creo que el haiku ha sido muy bien aceptado en nuestro país gracias a publicaciones en libros y también a las páginas digitales dedicadas a esta tradición. Por ejemplo, aparte de El rincón del haiku, debo mencionar Paseos.net, Haikunversaciones, la revista HELA (Hojas en la acera), así como la asociación AGHA de Albacete. Todas estas iniciativas han ayudado al conocimiento y divulgación del haiku. También los talleres me han demostrado que los alumnos muy jóvenes son capaces de improvisar buenos haikus, precisamente por su ingenuidad y espontaneidad. Para mí ha sido un placer trabajar con alumnos de los últimos años de Primaria.

Encuentro en los poemas de tu último libro, Falsa Primavera, publicado por la editorial Canto y Cuento, una afinidad con la obra de José Luis Parra que, intuyo, puede ser recíproca. ¿De qué manera ha influido tratar tan estrechamente a José Luis Parra en la evolución tu voz poética?

Es cierto que el poeta Parra fue un maestro para mí, ya que me guio en mis primeros acercamientos a la poesía. Siempre lo admiré y colaboré con él, ya que solía pasar al ordenador sus poemas (él los escribía a mano en un cuaderno). Copiar sus poemas se convirtió en un grato aprendizaje para mí. De este modo he incorporado en mi poesía ciertos aspectos de la suya, salvando las distancias, porque él era una persona con una cultura literaria tremenda, de la que estoy lejos. Su poesía era un reflejo de su vida, con grandes altibajos, como se muestra en su antología Cimas y abismos (Ed. Renacimiento) mientras que yo trato de crear una atmósfera de calma y equilibrio.

Tu obra, poética y pictórica, transmite una naturalidad, una sencilla belleza, que solo puede suceder cuando ha sido el producto de una destilación lenta, del trabajo artesano de toda una vida ¿Es el haiku para ti un camino de crecimiento personal?

El haiku no es para mí una doctrina con principios y preceptos. De hecho me he alejado bastante de la ortodoxia y de su aspecto sagrado, defendido por algunos autores. Lo que me importa es desarrollar mi propia voz, madurar como poeta y sentirme satisfecha con lo que hago, pero nunca al cien por cien porque se trata de un aprendizaje continuo, donde nunca logramos la plenitud absoluta. Siempre queda algo por explorar.

¿Cómo te entregas al instante, ese aquí y ahora en el que muchas veces hay que despojarse de uno mismo para encontrarse mejor, esa propuesta que nos proponen el budismo zen, el sufismo, la Cábala o la mística cristiana entre otros?

Creo que lo importante es entregarse al trabajo “sin intención”, sin forzar nada. El chispazo que nos provoca una idea debe surgir de la quietud, no de la ansiedad. Se trata de observar el mundo que nos rodea con la máxima atención y el máximo respeto. De ese modo, descubrimos fuera de nosotros aquello que puede sorprendernos, lo que no teníamos previsto, lo que sucede sin más y nos incita a escribir. No me planteo horarios, ni me siento ante un papel con la intención de escribir. Eso llega en el momento más inesperado, mientras estoy regando las plantas o contemplando la calle, por ejemplo. Incluso algún haiku ha surgido en un comercio: “Buscando el mar / por el suelo un cangrejo. / Supermercado”.

¿Eres más tú cuanto más desapareces del poema?

Esta pregunta me parece un poco abstracta. Tal vez se refiera al hecho de que el “yo” no esté presente en el haiku, por ejemplo, donde la protagonista es la propia naturaleza y el poeta es meramente un testigo. Eso sí, alguien que abandona sus prejuicios y pretensiones para aceptar lo que su entorno le ofrece, ya sea bello o no.

¿Es la naturaleza tu fuente inagotable de inspiración? ¿Un lugar para encontrar lo más auténtico de nosotros?

Sí, por supuesto. Mi poesía no se basa en la razón sino en la sensación. No me gusta adornar mis poemas con palabras superficiales o rebuscadas. Mis temas son sencillos y cotidianos. Pocas veces acudo a las metáforas o a las ideas abstractas. No me gusta el amaneramiento. Por eso mi lenguaje es cercano, comprensible, directo. Creo que mis versos transmiten mi realidad de la forma más fiel posible.

¿Qué autores han influido más en tu obra?

Muchos. Desde Juan Ramón Jiménez (uno de mis primeros asombros) hasta poetas contemporáneos como Eloy Sánchez Rosillo, Antonio Moreno, Miguel d’Ors, etc. Pero también los poetas chinos clásicos, como Li Bai, Du Fu, Li Qingzao, Wang Wei y los que voy descubriendo a través de traducciones. Sin olvidar autores norteamericanos como Emily Dickinson, Ted Kooser, Jane Kenyon, etc. Y aún me faltan muchos por conocer. Ah, y el inolvidable Rainer Maria Rilke.

¿Hay que recuperar la humildad, la mirada perpleja, la inocencia del niño para ser un buen escritor de haikus?

Es tal como dices. Para escribir un buen haiku no hace falta una gran cultura ni un gran intelecto. Como dije antes, los niños escriben buenos haikus porque están atentos a lo que sucede en cada instante y lo trasmiten con la mayor fidelidad, precisamente porque no tratan de adornar o explicar lo que ven. Lo trasmiten tal cual.

Sobrevuela constantemente las páginas de tu último poemario una aceptación de las tragedias de la vida para dotarla de un sentido más profundo, un gozo de esas falsas primaveras que surgen en el centro del más crudo invierno. ¿El hombre sin dolor, la rosa sin espinas, pierden plenitud, profundidad y sentido?

El dolor y la decepción aparecen en mis poemas. También la pérdida. Pero no me recreo en ello, porque tras la sombra suele aparecer la luz, antes o después. Ahora que los ritmos naturales parece que están alterados, todo puede suceder, como describo en el poema que da título al libro. De pronto el aire huele a primavera en pleno invierno. Y hay que celebrarlo.

¿Crees en Dios? ¿Qué espera Susana Benet más allá de la muerte?

Dios es un misterio. No puedo concebirlo de ningún modo. Para los budistas la verdad última es el vacío y ni siquiera ellos lo intentan definir. El Tao Te King es uno de mis libros de cabecera y dice cosas como esta: “Todas la cosas bajo el cielo han nacido de lo corpóreo: Lo corpóreo ha nacido de lo Incorpóreo”.

¿Proyectos actuales?

Tengo un libro pendiente de publicación. Esta vez es de relatos. No puedo decir más.

¿Quieres decirnos unas últimas palabras?

Solamente agradecer tus preguntas que me han ayudado a reflexionar sobre mi escritura.

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