Hace días que me viene rondando esto en la cabeza, escribir, escribir y escribir, hay días que no tengo ganas de hacerlo y me desconecto. Cuando llegas al lugar donde supones te espera la mejor aventura de tu vida, con las maletas llenas de ilusiones, vivir un acoso es la cosa más terrible del mundo.
No lo había querido reconocer, el acoso que sufrí me partió la vida, me quitó mucho de lo que traía, me vacío la maleta, pero sobre todo era algo que no había podido procesar, sólo lo tenía ahí, como el recuerdo aquel que uno tiene guardado sin saber qué hacer con él. Hubo días que no quería salir, no quería comer, me importaba un carajo lo demás, era otra, la gente, la vida misma me era tan lejana. Sólo podía repetir una y otra vez:
– ¿Por qué a mí?, ¿por qué yo?, ¿por qué así?
Me costó casi un mes salir, soltarlo, reconocerlo, hacerme libre y dejar de culparme, de sentir que era algo que en algún momento había sido mi culpa, porque ¡diablos!, eso lo pensé desde el segundo uno. No niego que traté de procesarlo, era como un trago muy amargo que había que pasar todos los días, y día a día era más y más amargo, hubo días en los que no pasaba, pero al final de tantos y tantos días, hoy paso.
Lo conté a algunos y siempre era el clásico “para qué vas” “por qué te metes ahí”, “era lógico”, “tu decidiste ir hasta allá”, “qué esperabas”, y entonces lo sufría más; pensaba que estaba loca, que no tenía más remedio que salir sola y no es así.
Recuerdo ese día, y todo me parece repulsivo; el olor a licor barato y a cigarro me dan nauseas, me duele la cabeza de sólo recordarlos, me repugna porque me recuerdan el acoso; el sudor a gente, el horrible sonido de la música, que por cierto espero nunca volver a oír, y sobre todo ese estúpido color carmín que puse en los labios.
Lo que sigue lo resumiré en una agresión verbal y física, un toqueteo que terminó en un asqueroso beso que aún me repele, un empujo torpe de mi parte, y una niña corriendo con lágrimas y la vida hecha mierda por tres semanas. ¡Tres semanas! Eso es lo que me costó salir de aquí, y sí, hoy escribo esto porque ¡volví!, más fuerte y más consciente.
Sé que tengo miles de planes y mucha responsabilidad, pero antes que nadie, estaba yo. Necesitaba reencontrarme y sanar, y aunque no será, ni fue fácil, desde mi trinchera planeo algo, ya estoy trabajando, éste es el primer paso, contar mi historia, liberarme.
Pilar, viajera.
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