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¡Adiós teta!

El amor hacia nuestros hijos es tan grande que despierta en ti sentimientos que no sabías que tenías, genera en ti emociones tan grandes que dan miedo.
Por: Yanira López Blanco
Mi andar en el camino de la lactancia materna comenzó de forma muy dolorosa. Fui a un curso de preparación al parto que me enseñó muchísimo y además leía todo lo que tuviera que ver con embarazo, lactancia, posparto, crianza, etc. Sin embargo, cuando se llegó la hora todo se me olvidó, eran tantos mis nervios, la emoción, la adrenalina, qué sé yo, pero resulta que todo lo hice mal. Mala postura, mal agarre, nervios al tope, lo cual provocó que me doliera como nunca había sentido un dolor en mi vida, jajaja.
Lloraba todos los días, sangraba todos los días, suplicaba a mi bebé que no me pidiera leche (ajá, sí, claro), y durante un mes así fue. Me aferré muuucho y finalmente lo logré.
A partir de entonces todo fue lindísimo. Fer y yo tuvimos una conexión increíble. La lactancia materna es un verdadero milagro, saber todo lo que le estaba dando a mi hija y además sentirme plena como mujer, era invaluable.
Ya muchos sabemos que 6 meses es exclusiva y fundamental para el desarrollo de los bebés. La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna por lo menos 2 años y actualmente hay infinidad de estudios, y publicaciones que han determinado los beneficios de la lactancia materna después de esa edad. Es mentira que la leche pierde propiedades y que es pura “agua”; simplemente va cambiando su composición de acuerdo a los requerimientos del niño, principalmente en lo que tiene que ver con su sistema inmunológico. El beneficio se queda ahí hasta su vida adulta, previniendo algunos tipos de enfermedades, permitiendo un desarrollo intelectual mayor, y le brinda mucha confianza y seguridad en sí mismo, entre muchos otros.
En resumen, la lactancia materna es una maravilla por donde sea que lo veas y todos y todas deberíamos informarnos lo suficiente hasta que se vuelva a normalizar y el consumo de leches artificiales disminuya.
Pero bueno, después de este preámbulo en realidad lo que yo les quiero platicar es cómo deje de darle pecho a mi hija y no voy a andar con rodeos: para mí, el destete ha sido de las situaciones más tristes y desconcertantes que he vivido en esta etapa de mamá, y en mi vida yo creo. Es un sentimiento que difícilmente puedo describir. Lo que pasó fue que Fernanda ya tenía 35 meses y yo ya estaba muy cansada de darle pecho. Originalmente, mi idea siempre fue darle hasta que ella quisiera; sin embargo, últimamente se la limitaba cada vez más. Llegué a un punto en que algunas veces me enojaba cuando ella tomaba leche o cuando me lo pedía o cuando se colgaba de mi como un vil chupón.
Fue ahí cuando me di cuenta de que no estaba bien. Ya no estaba siendo tan respetuosa con ella y no debía ser así, no era lo que quería.
Fue por eso que decidí que era momento de dejarlo. Pensé que para ella sería más difícil, que pasaríamos noches en vela, que lloraría cada vez que me viera, que simplemente no lo iba a soportar. Pero no, lloró prácticamente nada, me ha pedido muy poco y lo ha entendido muy bien. Llevamos apenas una semana pero supongo que hemos superado la prueba. Vemos en ella una independencia que no conocíamos, una madurez que había ocultado, y sí, un desapego conmigo que me ha hecho llorar desmedidamente a escondidas, con mi esposo y junto a ella pero que a la vez me ha hecho sentir extremadamente orgullosa de Fer y de mí.
Lo difícil fue para mí, era muy fácil ser su mamá porque no tenía que hacer nada para que ella quisiera estar conmigo, ya la tenía ganada. Suena muy raro pero es la verdad. Ahora su atención está en todos lados y con todos a su alrededor. Ahora prefiere quedarse con los abuelos, con su papá, prefiere no ir conmigo a algún lugar porque está haciendo algo que le gusta, y eso, les juro que me ha dolido; supongo que dejó de ser una bebé.
El amor hacia nuestros hijos es tan grande que despierta en ti sentimientos que no sabías que tenías, genera en ti emociones tan grandes que dan miedo. Disfrutar cada etapa, cada día y cada mirada se vuelve necesario cuando te das cuenta lo rápido que pasa todo.
A veces no es fácil, la rutina muchas veces te aparta de eso, pero al final día siempre nos queda agradecer lo vivido y lo aprendido.
No dejemos de aprender por y para nuestros hijos, es un gran reto que requiere tiempo pero al final nos estaremos brindando la oportunidad de tomar decisiones acertadas y respetuosas para todos.
Con mucho cariño, Yani.

2 respuestas en “¡Adiós teta!”

Lloré, Yani me has dejado el corazón estrujado y recordando de nuevo lo que fue para mí ese momento… Precioso tesoro son los hijos.
Gracias y que rico leerte!

Yani gracias por compartir algo tan personal e importante, crear conciencia y por demostrarnos con el ejemplo que no solo se necesita amor para que todo salga bien, es determinante informarse, ser inteligente, sensible y todas esas cualidades que nos transmites . 😍😍😍😍😍 Estoy segura que aprendemos hasta los que no tenemos hijos.

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