La despedida

Lo siento mi amor, pero ya no puedo volver a conjugar el tiempo pasado entre tú y yo. Te regalo un último minuto de silencio y esta vez soy yo la que me voy.

Amanecí con marcas en la piel, creo que anoche me atacó tu recuerdo. Lo admito, he vuelto a nuestro lugar entre sueños. Estaba segura que nos volveríamos a encontrar, pero no esperaba que fuera entre los vestigios de un jamás… Parece que aquí todo sigue igual. He encontrado algunos anhelos rotos entre la desolación y los escombros, y justo en medio del desastre, restos de nosotros.

Las paredes tienen más grietas y los cajones están llenos de hubieras… Los cuadros ya no tienen nuestras fotografías, ni las hojas las letras de la historia que escribimos un día. Ojalá no te hubieras ido, porque tu recuerdo me cimbra y me estremece mucho más fuerte que el temblor que siento entre mis dedos cada que te pienso.

Desde aquel 19 de septiembre en que la desgracia entró por mi ventana, te dejé pasear por mi cabeza como si fuera tu casa, pero hasta ahora me doy cuenta que sólo te convertiste en un fantasma. En un espíritu que vaga entre la melancolía y las ruinas de lo que construimos, que sobrevive del ayer sólo para recordarme que no siempre se puede reparar lo destruido, y que hay siniestros tan fuertes que dejan todo hecho añicos…

Lo siento mi amor, pero ya no puedo volver a conjugar el tiempo pasado entre tú y yo. Te regalo un último minuto de silencio y esta vez soy yo la que me voy.

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