Cambiar de escenario es algo que suele agudizar todos nuestros sentidos y hacernos ahondar en reflexiones. Eso fue lo primero que me pasó con La forastera. Cuando me di cuenta, estaba ya ahí, junto a Angie, en medio a un paisaje áspero y vigoroso, de espinazos rotos, avenas locas, retales de tierra roturada e inacabables […]
