El visitante observa las altas paredes de cemento sobre las que se levanta el centro penitenciario La Modelo, en Barcelona. Se impresiona mientras, a su vez, atiende a la persona que ofrece la visita guiada. El amarillo desgastado que las cubre se mezcla, en el interior de los edificios, con el blanco y el naranja que denotan su antigüedad. En total, son 8: el de la administración, el panóptico y los seis módulos rectangulares que albergaban las celdas y otros servicios para los presos. Eso que fue una cárcel durante un centenar de años -en concreto, 113 (de 1904 a 2017)- ahora es un espacio cultural. En un futuro, también será un gran complejo que contará con viviendas sociales, un polideportivo y dos centros educativos, entre otros. Dejará de ser lo que fue en el siglo XX, un lugar indeseado para el vecindario del barrio de Sants, para ser un polo de atracción.
Para el año 2027, tal y como está previsto, se hará realidad la primera parte del proyecto Model, batega!, que se escogió entre un conjunto de seis propuestas. El espacio se convertirá en un lugar de ocio, vida y educación. Lo que ahora representa al edificio de la administración y que da la entrada al recinto se transformará en una residencia asistida. Y, cada uno de los ejes que se forman desde el panóptico se destinarán a un uso concreto: economía social y solidaria, vivienda social, espacio para jóvenes, colegio para niños y niñas de 0 a 3 años, un polideportivo y un memorial. También, habrá un instituto escuela.
De este modo, se dará continuidad a este centro, que abrió las puertas en 1904 como centro penitenciario. Entonces, se construyó en las afueras de la ciudad porque, y de acuerdo con las palabras de la guía, la sociedad de la Barcelona amurallada del momento concebía que era un foco de bacterias y virus. En los años 70, se comenzaron a construir las viviendas de la Vila de Sants, actualmente impregnada como un barrio más de la ciudad. Lo que pretendía ser un lugar alejado de la civilización, acabó siendo la primera vista del vecino y de la vecina que se asomaba a la ventana; de esa gente que pensaba que la cárcel se cerraría y la inseguridad que aportaba para la zona quedaría en una pesadilla. Lo que no sabían era que aún le quedaban cuatro décadas en funcionamiento.
El paseante camina por el interior de los edificios. Y se queda pensativo por cómo han cambiado los usos del espacio a lo largo de la historia. Durante el siglo XX, cada preso ocupaba una celda -de aquí que quisieran hacer una cárcel “modélica”, diferente al resto-, pues la intención era que los internos desarrollasen tareas para reeducarse. Llegó el siglo convulso (S. XX), la guerra civil, el franquismo… y, junto a ello, todos los represaliados antifranquistas. Posteriormente, hubo más presos de toda índole, hasta que se cesó la actividad penitenciaria. Hoy en día, aún se leen los últimos garabatos que algunos dejaron en lo que fue su hogar durante un tiempo. Cerca de la celda 443, entre el hierro de una litera, se deletrea: “Ana Veneno 22-02-2017”.
En la actualidad, las puertas siguen abiertas para que, igual que el paseante, los ciudadanos puedan entrar, ver y comprender acerca de la historia penitenciaria en general, de La Modelo y de Barcelona. Ahora bien, también es un lugar de recreo. El claustro principal -ese que se encuentra cuando se accede por la puerta principal y que se esconde en el interior del edificio de la antigua administración- es frecuentado cada tarde, entre semana, por decenas de niños y niñas que salen de l’Escola Xirinacs. Se divierten ahí, en el interior de una antigua cárcel.
Pasado, presente y futuro. Fue un centro de reclusión, pero también es un espacio de cultura. Y de juego. Y dentro de unos años volverá a ser un lugar de vida. La Modelo; donde hubo presos, donde corretean infantes y donde habitaran nuevas familias.