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Universitatea Craiova, espías y Gica Popescu

Según The New York Times, a comienzos de los 80, el 3 por ciento de la población rumana trabajaba de algún modo para la Securitate.

Habitual en las competiciones europeas de las décadas de los 70 y 80, el Universitatea Craiova se convirtió en uno de los objetivos de la Securitate de Nicolae Ceaucescu, obsesionada con el control de sus ciudadanos. “Lo sabían todo. Un día, el general desveló en público una conversación privada del entrenador del Steaua de Bucarest sólo para demostrar que la había escuchado”, decía hace unos años en The Guardian Nicolae Gavrila, exespía devenido en director deportivo del Steaua de los 80. 

Pero para llevar a cabo ese nivel de espionaje y escuchas, el Estado necesitaba soldados. Según The New York Times, a comienzos de los 80, el 3 por ciento de la población rumana trabajaba de algún modo para la Securitate. Entre ellos, Gheorghe Popescu, capitán y leyenda de la selección nacional, entonces una promesa del Universitatea Craiova y encargado de pasar informes de sus compañeros a los servicios secretos. “En 1985, el Gobierno me obligó a firmar un documento que me comprometía a defender los intereses nacionales. Durante los siguientes cuatro años pasé cuatro informes sobre compañeros y colegas, pero todos fueron positivos”, se justificaba en 2009 el propio exfutbolista de PSV, Barcelona, Tottenham y Galatasaray, entre otros. 

Tres años después de aquella entrevista y apenas unas semanas antes de las elecciones a la presidencia de la federación nacional en las que partía como gran favorito, Popescu fue condenado en Bucarest por extorsión, evasión fiscal y lavado de dinero en el traspaso de varios futbolistas. Pasó un año y ocho meses entre rejas.

Por Daniel González

Editor de Fútbol Oblicuo

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