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7.-Interior. Edificio Centro Histórico – Tarde.
Actualmente el director mexicano se encuentra en la postproducción de Las razones del corazón, su nuevo proyecto protagonizado por Arcelia Ramírez y Plutarco Haza; se trata de una adaptación libre del clásico de Gustave Flaubert, y que describe los últimos días de Madame Bovary, enamorada sin esperanza de otro hombre que no es su esposo, con destinos trágicos para todos los personajes.
A propósito del rodaje de Las razones del corazón, en julio del 2010 un grupo de hombres armados asaltó a la producción de la película llevándose con ellos equipo con valor de aproximadamente $300,000 pesos, además de golpear a un actor y a tres personas de la producción, según palabras de Paz Alicia Garcíadiego.
El rodaje se llevaba a cabo en un edificio del Centro Histórico de la Ciudad de México, en donde intempestivamente los hombres entraron y tomaron once ordenadores, las cámaras de foto fija y las usadas para el ‘making of’, equipo de arte y el material tomado hasta entonces con dichos instrumentos.
Arturo Ripstein no se encontraba en la locación, explicó Garcíadiego, y también se quejó de la tardía respuesta de la policía capitalina, además de la falta de apoyo, pues afirma que pidieron una patrulla para protección que nunca llegó, e incluso se les insinuó un “autorobo”. Finalmente, nada pasó más que un buen susto, según la guionista.
En lo que se refiere a la gran cantidad de actores que han pasado por la filmografía de Ripstein, una parte afirma que trabajar al lado del director es un privilegio que pocos tienen la oportunidad de disfrutar, además de que actuar en una de sus películas equivale a una seria carta de recomendación, por lo riguroso, temperamental y apasionado que puede ser el cineasta en sus filmaciones. Patricia Reyes Spíndola, Julieta Egurrola y Luis Felipe Tovar, entre otros, son recurrentes en el universo ripsteniano.
Otros actores afirman ser tratados pésimamente mal por el director, quien con una actitud déspota y perfeccionista los lleva al límite en busca de la mejor toma. Esos actores filmarán una o dos cintas con Ripstein, pero no regresarán.
Por esa y muchas razones, en un tiempo fue conocido como “El Ogro”. A la pregunta directa: ¿es cierta su fama de un ogro como director?, Ripstein contesta sin titubear: “Sí, claro. No puedo controlarlo. Algunos actores se persignan, van a la Villa y se ponen nopales cuando les propongo volver a trabajar conmigo”.
En una entrevista con el reportero Salvador Franco, Ripstein habla y explica sobre los actores:
Salvador Franco: ¿Volverá a repetir con los actores con los que ha trabajado antes?
Arturo Ripstein: Claro que sí… por una sencilla razón: creo que son los mejores y son los únicos que
quieren trabajar conmigo.
Salvador Franco: ¿Cree que a los actores jóvenes no les interese estar en sus películas?
Arturo Ripstein: No sé por qué ahora los jóvenes no quieren trabajar conmigo, cuesta un poco de trabajo; de pronto les dicen vas a trabajar con Arturo Ripstein y se hincan, se persignan, echan espuma por la boca…
Patricia Reyes Spíndola dice:
“Tuve el privilegio de trabajar con Arturo Ripstein en La Reina de la noche. Para cuando trabajé con Arturo ya estaba preparada para disfrutar del trabajo cinematográfico, amar y entender este oficio, saborear los planos secuencias”.
Por su parte, Arcelia Ramírez, la que por momentos pareciera ser la nueva musa del director, explica sobre lo que fue filmar Las razones del corazón:
“Trabajar con Arturo Ripstein, que desde algunas películas hace planos secuencia todo el tiempo, era muy difícil pero muy sabroso para un actor”.
Hace poco la actriz española Penélope Cruz aseguró su deseo de trabajar al lado de Arturo Ripstein, sabiendo muy bien la ganadora del Óscar que una película con el director mexicano le representaría seriedad y madurez, al introducirse en un mundo tan denso y exigente como el que el cineasta propone.
Francesca Guillén, joven actriz quien acompañó a Ripstein en Así es la vida (2000), explica lo que fue su experiencia al trabajar con el temido cineasta:
“Fue atemorizante en principio… sobre todo por todo lo que varias actrices me dijeron antes de llegar al set acerca de Ripstein; luego tuve que superar este temor infundado y darme cuenta que en realidad es un hombre exigente pero que curiosamente también busca en sus actores la simpleza, eliminar el artificio efectista para llegar a la esencia sutil de sus personajes. Comprendí durante el proceso que, si bien es un hombre con apariencia huraña, hay un secreto sentido del humor en esta imagen de sí mismo y el temor que se genera en respuesta…”.
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8.-Interior. Barroco burdel – Tarde.
El elenco de la última cinta estrenada de Arturo Ripstein, El Carnaval de Sodoma, combinó actores recurrentes en sus cintas, así como otros que incluso el director conoció en la calle. Ellos explican:
Carlos Chávez (Tora): Yo iba pasando por la calle y un señor me dijo que si no quería trabajar; era el director y lo tuve que aguantar, él es el que paga. Ripstein ejerce una anarquía estructurada, él llega y te dice: “yo no tengo método para dirigir”.
Isabel Ruiz (China Lulú): Es mi primera película, un gran aprendizaje el haber compartido el set con actores con quien uno ha crecido. Una experiencia maravillosa trabajar con el maestro Ripstein; recuerdo que el primer día nos dijo: “un actor es capaz de hacer lo que sea”. Yo sólo pensaba, ¿a qué se refiere si aún estamos leyendo el guion? En cuanto al personaje, fue un crecimiento como actriz el llegar al punto de su deconstrucción.
Alexandra Vicencio (Ángela): Es mi cuarta película con Ripstein; trabajar con él es fascinante y terrorífico, se impone, sabe lo que quiere de ti. Si uno no se aplica, te va mal. Estar en el proceso de esta cinta de principio a fin fue fascinante.
Juan Carlos Remolina (Ángel, el ángel): Ripstein siempre tiene más preguntas, pues ese es el modo en que uno le encuentra sentido al personaje. El libreto de El carnaval de Sodoma es creíble y certero, no había necesidad de buscar simbolismos.
La influencia de Arturo Ripstein es contundente y está presente en múltiples lugares de la cinematografía nacional. Está en los planos secuencia de Alfonso Cuarón, en el ritmo lento y pausado de Fernando Eimbcke, en la sordidez de las historias urbanas y rurales de Carlos Reygadas y González Iñárritu; está también en los argumentos desconcertantes y claustrofóbicos de Michael Rowe, en los diálogos profundos e inteligentes de Gerardo Naranjo y en la sangre, la violencia y el drama de personajes con la fatalidad en su destino de Amat Escalante.
Martín Bustamante: ¿Qué opina de las nuevas caras que han salido del cine en México, Reygadas, Escalante, estos jóvenes que se les puede criticar pero que, de alguna manera, están tratando de hacer un cine diferente al industrial?
Arturo Ripstein: Eso es lo que a mí me gusta, en México ya muchísimos de los jóvenes cineastas pretenden ser de Hollywood, ya sea haciendo películas allá o haciendo que parezca que se hicieron allá. Del Toro y Estrada no me interesan en lo absoluto. A mí me da mucho gusto que de pronto salgan estos jóvenes, sus películas me pueden gustar o no, da lo mismo, lo importante es que existan. Porque éstos son los que van a jalar el mecate de alguna manera, éstos son los que van a ser los perpetradores de los pequeños milagros que uno ve de pronto en el cine mundial.
La filmografía de este controvertido director ha sido exhibida en numerosos festivales y ciclos de cine internacionales, con una cantidad nutrida de premios y reconocimientos por sus películas y trayectoria.
Fue en 1997 que el entonces presidente de México, Ernesto Zedillo, le entregó a Arturo Ripstein el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en la categoría de Bellas Artes, el mismo reconocimiento que en su momento se le entregó también al muralista David Alfaro Siqueiros en 1966, al fotógrafo Manuel Álvarez Bravo en 1975 y a Luis Buñuel en 1977, entre muchos otros artistas.
Uno de los pocos reconocimientos que le ha dado el país, junto con algunas Diosas de Plata y Arieles, sobre los que Ripstein ha dicho hasta el cansancio que no necesita un Ariel de Oro por trayectoria, pues ya tiene demasiados y no le han servido de nada.
Además, sentencia que la obligación de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas “no es dar premiecitos, sino preservar materiales y fomentar la investigación. Nuestra Academia es lamentable, patética, torpe y desnutrida. Un clubcito de cuatitos.”
Como ya se había mencionado, Ripstein renunció a la AMACC en el año 2000.
Sanjuana Martínez: ¿Para quién hace cine?
Arturo Ripstein: Empezando, para mí. Hago el cine que debo hacer, no sólo el que quiero ver. Para unos cuantos amigos a los que sé que les dará mucho gusto. Por supuesto, para el espectador que mirará mi película por simpatía. No hago cine para mis enemigos.
Su relación con la crítica mexicana también ha sido tortuosa. El cineasta siempre ha asegurado que desafortunadamente tiene muchos enemigos que sin importar qué tipo de películas entregue, la mayoría de las veces se ensañan con el resultado.
Ha dicho que, a diferencia de otros países en donde la crítica cinematográfica se hace con rigor y honestidad, haciendo que importe e influya, en México la crítica de cine es torpe y mal escrita; incluso ha acusado que los medios ponen a escribir de cine a aquellos que no supieron escribir de fútbol o sociales.
Las críticas, según él, sólo le sirvieron al principio de su carrera cuando era joven, después, dejó de leerlas poco a poco porque siempre le resultaban muy dolorosas. Hoy, prácticamente no lee periódicos mexicanos.
El incidente mencionado con Jorge Ayala Blanco, dice Ripstein, sólo le sirvió para atraer más enemistades, y lo califica como un “grave error en mi vida”.
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“El cine de Arturo Ripstein: la sordidez y el plano secuencia como arte cinematográfico (IV)” es la cuarta de cinco entregas del autor sobre la trayectoria y filmografía -actualizada hasta 2021- del cineasta mexicano Arturo Ripstein.
El cine de Arturo Ripstein: la sordidez y el plano secuencia como arte cinematográfico (I)
El cine de Arturo Ripstein: la sordidez y el plano secuencia como arte cinematográfico (II)
El cine de Arturo Ripstein: la sordidez y el plano secuencia como arte cinematográfico (III)