[El cuarto rostro de Rorschach]

El rostro de la mujer que grita 
se construye del fragmento marchito 
de la hoja que brota en la maldad,
traído por las eternas aves 
de rapiña que destazan a Prometeo. 

El ladrón del fuego se oculta 
en la mirada que nunca fue,
la del cerdo en el matadero,
cuando las almas vienen con la playa. 

De la arena nacen los entes lunares,
con el recuerdo del delfín muerto, 
ni el azul se escapa del carmesí. 

Pero escapo de los fragmentos 
cuando un beso me recorre el oído. 

Han vuelto los besos de sol. 

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