Redonda es el testimonio escrito del viaje con el que Javier Diéguez, desatendiendo los consejos de Javier Marías, rinde tributo a un juego literario, en una aventura tan impresionante como quijotesca.
A propósito de la publicación del libro bajo el sello de Ediciones Menguantes, preparamos estas 15 preguntas cortas para conocer más al escritor, historiador y aventurero oriundo de Mollet del Vallés.
¿Qué es para ti viajar y para qué crees que sirve?
Viajar es aventurarse. Aventurarse a la improvisación, al desbarajuste de lo desconocido, al descubrimiento de lo que ignoramos, a la nostalgia de lecturas pasadas y a la incertidumbre del destino. El viaje es la metáfora más perfecta de la vida plena.
Un destino al que no irías nunca.
Huyo del turismo masivo como de la peste. Así que evitaría una de esas playas del sudeste asiático en que ni siquiera está permitido bañarse y los turistas hacen horas de cola sólo por coleccionar ‘esa’ foto.
No te importaría ir a vivir a…
Cualquier isla, preferentemente griega.
Un libro que hayas releído.
Uf, bastantes. La isla del tesoro, de R. L. Stevenson, por ejemplo, sigue haciéndome soñar lectura tras lectura.
Uno que no pudiste acabar.
Walden, de Henry David Thoreau. Lo volveré a intentar en algún otro momento de mi vida…
Un personaje de la literatura que te parezca imprescindible.
Más que un personaje, una saga: los Buendía de Macondo.
Te defines como alguien…
Cada año que pasa complica un poco más la respuesta a esa pregunta. Si me hubieras preguntado hace unos años, me habría definido como soñador. Hoy, si fuera música, sería fado.
Te saca de tus casillas…
La injusticia. Así, sin más.
Algo que te gusta y algo que cambiarías del lugar donde vives.
Me gustaría que Mollet, mi ciudad, tuviera un paseo marítimo por el que pasear cada atardecer. Pero nos falta hasta la playa. En cambio, me encanta sentarme a leer en alguno de sus cafés, en invierno.
¿Son útiles las redes sociales en tu escritura?
En mi caso, para nada. Escribo totalmente ajeno a las redes sociales. Pero cuando el libro está ya escrito y toca hacer difusión… eso ya es arena de otro costal.
¿Qué parte de tu libro te costó más escribir?
El inicio, las primeras páginas, siempre: dar con el tono adecuado, lidiar con el horror vacui y con las inseguridades de si estaré, o no, a la altura de mis propias expectativas…
¿Qué parte disfrutaste más?
Las últimas páginas. Los capítulos en la isla de Redonda y el epílogo, que es un último homenaje a Javier Marías.
Un disco que te llevarías a una isla desierta. Uno que quemarías.
Me llevaría Nuvole Bianche, de Ludovico Einaudi. Quemaría cualquier disco de cumbia.
Una canción que te sepas de memoria.
Mi memoria es demasiado selectiva, sólo soy capaz de acordarme de algunos estribillos. Me quedo con ‘Más de un 36’, de Andrés Suárez.
Una frase a la que acudes a menudo.
Una que no pronuncio jamás pero que sí tengo muy presente es la de Toy Story… eso sí, en latín, a lo cultureta: Ad infinitum et plus ultra.