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Mi perro y una inconsciente ambiental

He visto por distintos medios suficiente publicidad, invitándote a la transformación de ser una persona amigable con el medio ambiente; más no he visto iniciativas que te enseñen cuál es la forma más verde de deshacerte de los desechos perrunos.

Todas las mañanas, tardes y noches, camino con Romeo (mi perro) en el Parque de los Venados. Hacemos un paseo que nos distrae y relaja pero que, sobre todo, invita a Romeo al ritual de oler, marcar territorio y hacer su respectiva pipí y popó.

En cada caminata, me embargaba una culpa al momento de recoger sus heces con una bolsa de plástico, porque pensaba: “Estoy recogiendo algo que ensucia, para ensuciar y contaminar algo más“. Cuando depositaba la bolsa medio llena al bote y escuchaba que caía sobre otras con el mismo relleno de la mía, la culpa crecía, para concluir que llenar depósitos de basura con bolsitas de caca no estaba nada bien.

Proseguía mi camino, y como todo buen ser humano que olvida sus deslices y se consuela a sí mismo, dejaba a un lado la situación para esperarla en nuestra próxima visita.

He visto por distintos medios suficiente publicidad, invitándote a la transformación de ser una persona amigable con el medio ambiente; dejando los popotes, reduciendo el consumo de agua, separando adecuadamente tu basura y reciclándola, así como evitando las bolsas de plástico; más no he visto iniciativas que te enseñen cuál es la forma más verde de deshacerte de los desechos perrunos.

En los parques te dicen con grandes carteles “Sé un dueño responsable”, y el dibujito del humano con la bolsa en una mano y la correa del perro en la otra; nos demuestra, o así lo queremos ver, que es muy justificable el seguir usando bolsas de plástico, al menos para recoger la suciedad de nuestras mascotas.

Sabemos que el problema del desecho de heces fecales en nuestro país es realmente grave, ya que no existe un procedimiento generalizado para tratar este tipo de residuos que anualmente, en el aire, se emiten aproximadamente en una cantidad de media tonelada.

El nuevo esquema de la cultura cívica de la Ciudad de México promulgado por Claudia Sheinbaum, nos dice que, entre otras acciones, el no recoger las popos de tu perro en la calle será penalizado con trabajo comunitario. Iniciativa que tratará, en medida, de que las partículas de excreciones no anden volando por respeto a nuestros iguales, más no promulgará el verdadero interés de concientizar a la población sobre el cuidado del medio ambiente.

Si escribo sobre este tema, es por el pensamiento que surge de mí cada vez que paseo con mi perro, (como se los conté en el primer párrafo), y porque con esta acción, dejamos ver que somos una especie hipócrita e inconsciente.

El primer calificativo, porque solemos vivir en el plano de la actuación, en donde el actuar, haciendo referencia al verbo que representa y dramatiza, es indispensable en las relaciones políticamente correctas , y en la cotidianidad de una sociedad que necesita de determinadas reglas que valoren el respeto a los otros.

Teniendo el ejemplo de las popos, las recogemos porque así es la norma, y por el desprestigio que mi persona puede tener momentáneamente si alguien nota que no la estoy cumpliendo, pero las guardamos en una común bolsa de plástico, porque no soy consciente (y ahí el segundo epíteto), del grado de contaminación que estoy generando con mi acción

Es cómodo no ser consciente, vives sin culpas ni sobresaltos, pero si piensas un poquito en las consecuencias de todos tus actos del día a día, te sorprenderás de lo complejo que puede resultar el simple hecho de escoger el desayuno, tu medio de transporte o pasear una mañana con tu perro.

Yo analicé mi actuar, y ahora paseo con Romeo y un recogedor en la mano.

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