Nos conocimos en múltiples
dimensiones espejo
La última vez
fue en un búnker;
un refugio alucinante,
oscuro y sofocante
que palpitaba en el centro
de la Ciudad de México
Cruzamos miradas
entre luces, sombras
y rayos láser fluorescentes
que amplificaron
el espectro de nuestra onda
Aquello fue
electromagnetismo
a la céntupla vista
Flotábamos
como dos partículas
salvajes y libres
explorando
otros cielos
Yo estaba a punto
de alzar mi vuelo muy lejos,
pero la vida
me puso frente a ti
tejiendo su último intento,
en este universo,
para conocernos
Aún así,
elegí el camino
que ‘no’ te incluía
Tú la ciudad y su caos,
yo la playa y su calma
Nosotros,
un par de almohadas
soportando la distancia
La desnudez
ya se anidaba
entre nuestras sábanas,
esa que nace
en las conversaciones
de madrugada
Ansiábamos leernos la piel,
medirnos a besos el tiempo
que tanto esperamos vernos
Cada hipotética caricia
pronunciada o escrita
habitaba nuestro futuro
(im)perfecto
Meses después,
mi vuelo aterrizó
justo entre tus dedos
y ¡por fin!,
nuestras almas
se reconocieron
Ocurrió de nuevo
el fenómeno de nuestro amor,
un entrelazamiento álmico,
cuántico y místico
Cumplimos
mil ochocientos veinticinco días,
desafiando el tiempo
como lo conocemos,
revolucionando las leyes
y teorías de este
pequeño universo
No existe distancia,
tiempo ni silencio
que impida que
tú y yo bailemos
Amor, gracias por cada
viaje etéreo
en esta dimensión
en la que nos amamos,
reconocemos y trascendemos