Mujer de vapor

Es tu señal. Es el guiño terminal. Mi visibilidad se corta. Te pierdo. Es un desenlace lapidario que te corresponde cambiar o sentenciar.

Y volvimos al punto muerto, donde nada surge y de todo existe una mala posibilidad. Se vuelve todo denso, como cuando la primavera veraniega presiona y la humedad asfixia. Se entrecierran los caminos, el tiempo apremia y la verdad quema la mente al tacto. Mi visibilidad se corta. Te pierdo. 

Entonces viene abril como un ultimátum, cual tren que levanta sospechas de ser el último. Te evaporas, desespero y me lanzo tras esa cortina difusa, esperando encontrarte hecha de carne y hueso. Terrenal, real, pero tú misma, hermosa y de figura irreal para las demás. Pero no estás. Te esfumaste. Trascendiste la materia como si la vida que tienes y aquella que imaginamos juntos valiera sólo para dos cosas. Decides unilateralmente en mi dictadura. 

Cae la noche. Con ella, tu tormenta. Te condensaste, subiste y lloviste sin más, quizá a manera de recordatorio sobre lo mucho que tratas y lo poco que dices acerca de eso. Y te sublimas, sin más, haciendo valer la manera en que finges demencia cuando se trata de ejercer nuestro plan. 

Para colmo, retumba The Dying Of The Light en mi cabeza, advirtiéndome de un apocalipsis que lleva tu nombre y tus responsabilidades. Gonna try my best to get there, but I can’t afford the bus fare… Me hundo. Y continúa el martirio con los versos de Noel Gallagher. …and the storm that’s rolling over, man it makes me wanna cry. 

Es tu señal. Es el guiño terminal. Mi visibilidad se corta. Te pierdo. Es un desenlace lapidario que te corresponde cambiar o sentenciar.

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