No importa, olvídame

Mi niña de 10 años hoy caminará por las calles por todas las mujeres que no han tenido voz, siguen sufriendo violencia, están desaparecidas o han muerto.

Hace varios meses tuve la fortuna de conocer a tres niñas entre 5 y 10 años, todas son muy distintas entre sí. Estaba acostumbrada a estar rodeada de niños, había olvidado la empatía que tenemos en nuestro género sin importar la edad y recordar cuáles eran las cosas lindas que hacíamos de pequeñas.

Con la mayor de las tres estuve bailando por horas en la boda de sus papás y se convirtió en mi adoración. La más risueña de ellas me contó porqué Moana es su película favorita, mientras veíamos el filme y comíamos papitas fritas. Y la más pequeña de las tres a pesar de tener un carácter difícl, durante varios días me pidió peinarla a pesar de odiarlo y hasta terminó dormida en mis brazos.

Quizá en 10 años ninguna de ellas recuerde esos momentos. Pero para mí fueron importantes porque a pesar que ninguna es de mi familia, las adoro y haría cualquier cosa por ellas.

Hace unas semanas me puse a reflexionar sobre lo que estaba viviendo a mis 10 años. Debo confesar fue mi peor edad, me pasaron dos cosas que marcaron mi vida para siempre. La primera fue la llegada de mi regla días antes de un 30 de abril, no paraba de llorar, sentía que la vida me había robado mi niñez, quitándome la posibilidad de despedirme de ella.

La segunda es que mientras dormía me quitaron la oportunidad de dar mi primer beso y elegir que alguien me tocara bajo consentimiento, sí…fue una persona cercana. Muchos años después, me di cuenta que justo en ese momento arrancaron mi niñez por completo.

Ruego con todas mis fuerzas que ninguna de esas niñas y ninguna otra; JAMÁS, jamás, les roben la oportunidad de elegir a quién darle su primer beso, a quién tocar y permitir ser tocadas. Que puedan elegir con quién será su primer acto sexual, con quién desnudarse por placer y cuando digan NO, se respete esa decisión.

Crecí traumatizada por lo que viví, hasta hace unas semanas lamentablemente descubrí que no soy la única. Gracias a una consulta en redes sociales me di cuenta que muchas mujeres han sufrido manoseos, exhibiciones de miembros viriles, acoso verbal, sexual, hostigamiento y hasta violaciones a una edad muy temprana. Nuestras generaciones han crecido avergonzadas, temerosas y enmudecidas.

Mi niña de 10 años hoy caminará por las calles por todas las mujeres que no han tenido voz, siguen sufriendo violencia, están desaparecidas o han muerto. Pero en especial por esas tres niñas que quiero tanto, porque prefiero que se olviden de mí y crezcan con pocos recuerdos de una infancia feliz, en vez de un ultraje que jamás merecieron.

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