El tiempo, aquella materia inventada por la humanidad para meternos prisa. Alguien dijo: Somos el tiempo que nos queda. Pero la vida no sabe de tiempos, la vida ni pasa por el él, la vida transgrede las barreras de esta cuarta dimensión, las acaricia como a una mascota servil o las tira a la basura, el tiempo sólo existe en nuestros cronómetros o en el número de canas.
El tiempo es material, pero la vida es invisible: se esconde en los rincones, y a veces se puede percibir. Cada uno la ve en diferentes lugares, a veces con el viento se enreda en las hojas, pasa de largo, puede que en la lluvia final, a ultima hora de la tarde, en el dolor al quemarte los dedos, en el canto de un gallo a todas horas, en una la luz atravesando la bóveda del día, en el sabor de una fruta de estación.
Parece que las ves, pero ella pasa de largo, pasa esta puta vida para cambiar de turno, y todos hacemos por intentar atraparla y meterla al bolsillo, hacemos lo que que podemos por beber del estanque, juntando nuestras manos para atrapar el agua, mientras esta se escurre por esa pequeña franja en la que la geometría humana falla desconsideradamente, y seguimos teniendo sed, y así pasa la vida.