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Sin noticias de Europa

Lo bueno es que han vuelto mis ganas de vivir. No las trajo él, ni nadie; las cargo yo. Quizás las trajo la primavera o quizás el sol.

Llevo un mes sin hablar con mi madre, sin hablar propiamente aunque sea delante de un aparato electrónico. 

Me cuesta escribir estas palabras, siento como si me estuviera cosiendo la piel, o haciendo un tatuaje, siento como el aire entra cada vez menos por mis vías respiratorias. Escribir es desgarrador, o puede llegar a serlo. Me clavo un cuchillo con cada palabra.

Exhalo, ando en paz con M, no sé por cuanto tiempo. Lo bueno es que han vuelto mis ganas de vivir. No las trajo él, ni nadie; las cargo yo. Quizás las trajo la primavera, o quizás el sol.

A veces es reconfortante tocar con la palma de la mano mi tripa y sentirla resonar como un tambor, vibrar con la pulsión de la vida, al paso del latir de mi corazón, como un ronroneo corporal. Mi útero es como un gato pidiendo que lo acaricien. Mi amor un pájaro que sobrevuela bajo.

Que vuelva, que vuelva a mí, por favor.

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