Tres viajes extraños

Un viaje que nunca sucedió, un recorrido a través del agua y un cambio de coordenadas para aniquilar la costumbre. Tres viajes muy distintos de tres jóvenes escritoras, publicados por Ediciones Menguantes, una joven editorial con sede en León, interesada en historias de viajes poco comunes.

Saray Encinoso Brito, periodista tinerfeña, en El año que no viajé a Buenos Aires propone un apasionante viaje a Buenos Aires sin avión, sin equipaje y sin fecha de vuelta. Gracias a un vuelo cancelado (hello, Pandemia), redescubre una Argentina muy particular a través de los relatos de otros: algunos más cercanos, como los de su padre o su bisabuelo; otros, menos, como los de Andrés Calamaro, Julio Cortázar o Werner Herzog. Porque, ¿qué es viajar? ¿Ver lo que no se ha visto? ¿O es suficiente imaginarlo? Mapas de canciones, listas de sitios a los que nunca ir, álbumes sin fotos… Esta guía imaginaria para un viaje que nunca sucedió es, según Juan Cruz, «un libro bellísimo del que hubieran disfrutado Borges y Cabrera Infante».

Agustina Atrio, nacida en Rosario y residente en Zúrich, ha publicado su primera novela, Tres formas de atravesar un río. En ella comparte un personal relato de un viaje a través del agua. ¿Por qué el agua? Porque cerca de ella se siente cómoda, le invade la calma y el paisaje rellena sus agujeros de persona urbana, aquellos que se forman al vivir rodeada de cemento. El agua, sin embargo, no es el motor del viaje. Lo es una serie de búsquedas: el deseo de experimentar la vida en lugares nuevos, el amor, las casualidades. Este viaje celebra la vida, pero también el desarraigo; de la imposibilidad de tener un domicilio fijo, una identidad estable, un pie anclado en tierra. De tormentas eléctricas, mareos de tierra, ecos de guaraní, cables submarinos; de ciudades que secan, agujeros que siempre acaban en China, montañas que amenazan. De marcas que quedan en el cuerpo después de un viaje: del silencio, de la risa, de la soledad. Entre la crónica y el diario, Agustina narra una fascinante historia de búsqueda a través de tres ríos, uno argentino, otro español y otro suizo.

Ruth Miguel Franco, leonesa afincada en las islas Baleares, es autora de La pureza, un recorrido físico y emocional por los alrededores de una ciudad sitiada por imponentes montañas. Es también la crónica de un final anunciado: el de un invierno en Innsbruck.

Tras horas en trenes y en aviones, Ruth cierra la puerta de la habitación y echa el cerrojo.

Durante días recorre los alrededores de su nuevo hogar temporal en busca de paisajes planos y edificios lavados. Encuentra piedras, estatuas, botines de un pasado. Se topa con la inteligencia de los cuervos y descubre lo que significa casa: «el que viaja huye de una y la busca en todo. Hay quien llama casa a un plato con sabores familiares o a un té caliente, o a una misión, o a la belleza encontrada. Los que buscamos la pureza, en cambio, guardamos silencio y apretamos los dientes».

Hemos lanzado estas 15 preguntas al vuelo a Saray, Agustina y Ruth. Y han aceptado el reto.

¿Qué es para ti viajar y para qué crees que sirve?

Saray: Los viajes son, como el periodismo, una forma de estar en el mundo. No sé si se ha inventado alguna mejor, pero yo no la he encontrado. 

Agustina: Para mí viajar es hacerse preguntas, intentar responderlas y terminar formulando nuevas preguntas. También es el deseo de la experiencia. Creo que sirve para ponerse en una posición incómoda y aprender de ella. 

Ruth: La mística del viaje como transformación (entiendo que a mejor) o como trasunto de una búsqueda interior me resulta manida, poco estética. Simplemente, me aburro de vivir en el mismo sitio, o me aburro en general. Cuando viajo me aburro menos o me aburro de otra manera. Pero servir, lo que es servir, no sirve para nada.

Un destino al que no irías nunca.

Saray: No hay destinos a los que no iría, todos los destinos tienen algo que enseñarte, pero como no tenemos tiempo de hacerlo todo, sí establezco prioridades. Hago listas de sitios a los que ir, lo que, sin querer, supone también, alejarte de ciertos destinos. Juliana González-Rivera dice en “La invención del viaje” que el verdadero viaje trata de seres humanos más que de destinos. Lo comparto totalmente.

Agustina: Ir a una isla en medio del Pacífico me daría un poco de ansiedad, con tantos kilómetros de mar alrededor, pero podría intentarlo.

Ruth: No me interesa casi nada fuera de esa entelequia que llamamos “cultura occidental”.

No te importaría ir a vivir a …

Saray: Roma (otra vez), Medellín, Buenos Aires.

Agustina: De momento, a Italia. 

Ruth: Madrid.

Un libro que hayas releído.

Saray: Medio sol amarillo, de Chimamanda Ngozi Adichie.

Agustina: Apegos feroces, de Vivian Gornick.

Ruth: Todas las mañanas del mundo, de Pascal Quignard.

Uno que no pudiste acabar.

Saray: Tombuctú, de Paul Auster.

Agustina: Lectura fácil de Cristina Morales.

Ruth: El infinito en un junco, de Irene Vallejo. El Quijote ni siquiera me he molestado en empezarlo.

Un personaje de la literatura que te parezca imprescindible.

Saray: Phileas Fogg, Sherlock Holmes, Anna Karenina.

Agustina: Al menos para mi infancia fueron imprescindibles los personajes de Julio Verne, 

Alejandro Dumas, Louisa May Alcott y Daniel Defoe. 

Ruth: Dios.

Te defines como alguien …

Saray: Curiosa.

Agustina: Tranquila en cuerpo, inquieta en ideas. 

Ruth: No soy buena persona.

Te saca de tus casillas …

Saray: El egoísmo.

Agustina: Verme envuelta en conversaciones sobre las nacionalidades y sus supuestas características. 

Ruth: Las normas.

Algo que te gusta/Algo que cambiarías del lugar donde vives.

Saray: Me encanta el clima y vivir cerca del mar. Me gustaría que hubiera más actividad cultural.

Agustina: Me gusta la cercanía con el agua y que la ciudad sea tan verde. Cambiaría el clima invernal. 

Ruth: De Mallorca me gustan los robiols de brossat (pastas rellenas de requesón dulce) y la oferta de destinos aéreos internacionales. Cambiaría casi todo lo demás.

¿Son útiles las redes sociales en tu escritura?

Saray: A veces sí y a veces no. Me permiten descubrir puntos de vista diferentes, pero también generan mucha distracción.

Agustina: No en mi escritura, pero sí en la búsqueda de referencias.

Ruth: Conocí Ediciones Menguantes a través de las redes sociales. Echa cuentas.

¿Qué parte de tu libro te costó más escribir?

Saray: La guía de sitios a los que ir, porque es la que más concreción exigía.

Agustina: La etapa final del libro por ser mi presente y por eso, la etapa menos digerida de este viaje.

Ruth: El viaje a Merano. Es curioso: nunca tomo notas, porque ya casi no sé escribir a mano, pero en ese viaje llevaba un cuadernito monísimo donde apunté impresiones, describí itinerarios y paisajes, incluso hice algunos dibujos. Cuando llegué a casa no me enteraba de nada, intenté organizarlo y redactarlo, pero fue imposible. El cuadernito monísimo acabó en la papelera y yo tuve que empezar a teclear desde cero.

¿Qué parte disfrutaste más?

Saray: Lo que más disfruté fue el trabajo de investigación interna. Hacerme preguntas que, por evidentes que parezcan, no me había hecho, o no había sabido responder: por qué Buenos Aires, por qué viajar.

Agustina: El proceso de investigación, como cuando busqué información sobre los cables submarinos o los canales fluviales.

Ruth: Me gustó escribir sobre los bombardeos de la II Guerra Mundial. Tenía en mente la Historia natural de la destrucción de W. G. Sebald.

Un disco que te llevarías a una isla desierta. Uno que quemarías.

Saray: «El amor después del amor», de Fito Páez. ¿Qué es eso de quemar discos? Jajaja 

Agustina: Soy más de armar compilados, pero de tener que decir uno me llevaría el Álbum Blanco de los Beatles. Quemar, ninguno.  

Ruth: Cuando di a luz, pasé varias horas de contracciones escuchando «The Roots of Sepultura», me ayudó mucho. Compite con «El perreo de la muerte 1» de Yung Beef y «Lateralus» de Tool. Quemaría toda la discografía de Los Planetas.

Una canción que te sepas de memoria.

Saray: «Chipi-chipi».

Agustina: «Tous les mêmes», de Stromae.

Ruth: «The Grudge», de Tool.

Una frase a la que acudes a menudo.

Saray: La mejor forma de parecer es ser.

Agustina: «Si nos espera el olvido, tratemos de no merecerlo», de Alejandro Dolina. 

Ruth: Ya lo dije en otra entrevista, pero raro es el día que no profiero algún «me come/éis/en el coño».

Podéis encontrar sus libros en vuestra librería de barrio y en la página de Ediciones Menguantes. Y si os apetece escuchar sus voces, estáis a un clic:

Saray Encinoso

Agustina Atrio

Ruth Miguel Franco

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