[Un día, ocho horas]

Las lágrimas dejaron de brotar…

El poeta, un día marchó,
recogió un par de libros,
y se fue;
al ascender sobre la bestia,
le vieron llorar,
allá enterró sus pecados,
partes de su andar;
junto a la ventana
dejó una pequeña flor,
que ahora, marchita;
acompañado, escapa en solitario,
sus pupilas se llenaron
de azul, de blanco,
las lágrimas dejaron
de brotar,
bajo sus ojos (quizás en sus ojos),
hubo,
prolongación del horizonte. 

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