Me disgusta pensar en ti,
como una situación infinita
sé que eres tan finita
como una de tus melodías
frente al piano,
aunque quisiera estar contigo,
en los amargos,
desfilando a tu marchar;
Es egoísta, quizás,
pues sé que tu ciudad amurallada,
ha resistido huracanes, tormentas
y hasta el fin del mundo
con mi ausencia,
porque siempre has sido mar,
has sido inicio, has sido fin…
Es egoísta, quizás,
pero daría una hoja de papel,
por regresar a tu café,
allí donde existes indefinidamente,
por escucharte hablar,
de lo que duele,
momentáneo, etéreo.
Que no daría yo,
por beberme a tragos,
la absenta de tu dolor;
no debí partir,
me siento desarmado para pelear,
batallas no correspondidas,
batallas que solamente tú,
sabes pelear.
Tú, alma de sentido Ícaro,
que arrastra el barco
a medio destruir,
a mares calmos;
te veo, te acompaño
aunque los valles de por medio,
me aleje solamente,
de tu voz atardecida.
Y es egoísta, quizás;
pero daría la vista,
por verte otra vez,
soñando con islas tropicales,
lugares lejanos;
ante ti, siempre he sido,
un ciego que visita el cine;
y poco más.