Foto: José Bernal.

A veces despierto temblando y la novela del dictador

A veces despierto temblando, ópera prima de la escritora mexicana Ximena Santaolalla, es una novela que está destinada a convertirse en el bastión moderno de la novela de dictador. Y es que en ella podemos ver condensadas a toda esa línea de ficciones latinoamericanas basadas en regímenes represivos. Si volvemos al origen de este subgénero literario, podemos encontrar a su cimiento más viejo, quizás, en Yo el supremo, de Augusto Roa Bastos: novela de lenguaje barroco y voces en coro, recurso que se presenta en A veces despierto temblando como la selección de múltiples voces narrativas siempre cambiantes. Algunas con matices de soliloquios o contadas desde una grabadora de voz, o en diálogos (algunos imaginarios otros reales), y que van surcando a los distintos personajes que conforman la novela. 

Ganadora del premio Mauricio Achar 2021, A veces despierto temblando se concentra en relatar los acontecimientos de la dictadura del militar Efraín Ríos Montt en Guatemala, que dejó un saldo de más de cien mil desaparecidos en apenas dieciséis meses, balance récord de violencia para una régimen dictatorial latinoamericano. Gracias al recurso del armado coral, Ximena Santaolalla permite al lector conocer no solo a las figuras militares y altos mandos que encabezaron la barbarie, sino que también a quienes terminaron pagando lo descarnado de los crímenes de lesa humanidad. El acercamiento a un grupo de compañeros (casi todos apenas niños) que viven el deshumanizado entrenamiento militar para volverse la maquinaria principal y desechable del genocidio, desata las redes sobre las que se construye la gran trama. 

La riqueza de lenguaje es de una gran manufactura literaria, todo un reto para una ópera prima, encima equiparable en atmósfera a dos obras cumbres de Mario Vargas Llosa: de La ciudad y los perros remite a la descripción del campamento militar, lugar donde comienza a labrarse el odio (si es que no ya ha sido labrado en el seno familiar). Así como en la novela del autor peruano nos quedan retumbando los apodos —el Poeta, el Esclavo y el Jaguar—, en A veces despierto temblando nos perseguirán las historias del Ocelote, el Dedos, Estrella y Gavilán. Mientras que por otro lado, a partir de su adscripción al género de novela dictatorial, de La fiesta del Chivo emula la portentosa investigación histórica de los hechos. Además de la exploración de las consecuencias que no se curan con el pasar de los tiempos y que, por el contrario, solo se reflejan a sí mismas para crear más violencia, y en donde la autora ha sabido crear una ficción que engancha y que va revelando secretos y conclusiones hipnóticas en todo momento.

El espectro de personajes se expande a muchas más tramas, tantas que logran sumergir al lector al pozo más profundo en donde tiene un real encuentro con estas vidas quebrantadas por la crueldad. Tramas, dicho sea de paso, siempre sórdidas, como la pesadilla más grotesca, y conectadas e hiladas a los históricos acontecimientos que merecen una real visibilidad en el colectivo popular, y no el olvido que, invariablemente, amenaza con su trágica repetición.  

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