Adulterados

Certeza inmediata. Lamento banal.

Para verte de lejos
necesito dos prismas 
adulterados.

Sin ellos tú eres
un nubarrón 
índigo azul

que borroso
se mueve 
de

izquierda
    a
derecha
arriba
y
abajo.

Paras, en veces, 

y miras

a mí
–y, quizá, a otros–
pero conmigo 
te aproximas a 
un metro punto doce centímetros,
y es cuando 
tu condición de nubarrón
se desvanece

porque a esta distancia, 
desde la punta de mi nariz,
tú: eres.

Sonríes
me hablas, 
tus labios asaltan los míos;
te leo con mis manos

hasta que llega el momento 
ese en que te alejas 

eclipse difuso,

mis prismas adulterados
los escondo de ti
porque con ellos soy
el reflejo de personas 
que ambos maldecimos:

Teddy Roosevelt 
El cantante de Weezer
Woody Allen 
La bazofia de tu ex

Certeza inmediata.
Lamento banal. 

Pero aun así regresas 
a mi periferia reducida
de un metro punto doce centímetros. 

Me ves a la oreja
me susurras al pecho:

“eres un faro en mi extravío 
estrella en mi norte 
mi casa con ventanas”

punto punto punto 

espejo y espejo

por ti
soy
el ojo encubierto.

Soy Teddy Roosevelt.

Y tú,
recompensa traslucida
pixel natural:

al vernos intervienen
dos prismas 

tan imperfectos
tan transparentes
tan adulterados 

como nuestras miradas.

 

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