Foto: Diana Lerendidi

Foto: Diana Lerendidi

Anular

Tengo una herida en el dedo anular de mi mano derecha que se abre cuando la vida me pesa. Se abre cuando me trago las palabras que me gustaría gritar en la discusión que siempre pierdo. Se abre cuando el nudo en mi garganta se hace tan grande que ata todos mis sentimientos. Se abre especialmente por las madrugadas, entre mis sábanas, cuando mi pecho se contrae una y otra vez contra mis almohadas y no puedo, no puedo respirar. Después de otro ataque de ansiedad, miro mi dedo, la herida sangra y palpita. Me doy cuenta que estoy enferma, que soy adicta a respirar artificialmente, y que si existe una cura, quisiera curarme. Tengo una herida en el dedo anular de mi mano derecha que me recuerda que estoy viva, que la vida duele y profundamente palpita. 

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