Crack

El extra fuera de la cancha y la vida dentro de ella
Desfilaban futbolistas afuera de la Noria en 2015. No era la mejor época de Cruz Azul, no lo ha sido en los últimos años, pero estábamos ahí un grupo de locos a mitad de semana, por amor a los colores.
Mi hermano y yo, una pareja, tres niños y un papá, aparte un grupo de jóvenes ataviados en el elegante azul.
Recorrimos la Ciudad de México desde Polanco por Periférico, para salir a Xochimilco y buscar el acceso al entrenamiento de los celestes.
Entre tantos jugadores con sus naves ultimo modelo y sus lentes de sol, hubo uno que se detuvo, bajó de su camioneta y agradeció en persona a cada uno de los que fuimos buscando la foto.
A mí me firmó una playera, se tomó fotos con nosotros y cruzó palabras de reconocimiento a una afición que le apapachaba.
Era Christian ‘Chaco’ Giménez, un 10, un hombre gol, un mago.
Dotado de potencia, Giménez rompía con el estereotipo del futbolista de Cruz Azul de los últimos años.
Sudaba la playera, la sufría y la tribuna lo reconocía.
Logró una Concachampions y una CopaMX. Lloró la increíble derrota en el Azteca, vacunó con frecuencia al odiado rival y se ganó con regates, goles y hasta sangre el corazón de los aficionados.
Hoy anuncia que se va y circulan videos de sus mejores goles, yo me quedó con lo demás.
Chaco bajó de su camioneta y dijo: ‘¡Gracias chicos!’, sonrió y tuvo eco. Saludó con familiaridad y se ocupó de cada uno de los que estábamos ahí.
No importaba nada. Ahí supe que era un crack. El hombre, sin pelota, había logrado la jugada de nuestras vidas.
Eso es con lo que me quedo.
Por: Jesús Olmos

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