Desván

Guardo muchas revistas porno

pero nunca las leo.

Las guardo como guardo la cápsula de cianuro

o la foto de mi niñez.

Cosas que me acompañen en el viaje,

que me recuerden quien fui y quien

no pude ser, y quien quise ser

y quien tuve que ser

a pesar de mi hostilidad difusa,

de mis vagas rebeliones sin heroísmo,

de mis huidas en círculo, indecorosas proclamas,

absurdas escaramuzas de juventud…

Uno crece porque no le dejan otra elección.

Y  colecciona pistolas y traiciones, y mata a los buenos

y deja escapar a los malos, y así, al final,

la vida le da su recompensa:

su despiadado botín de polvo y carcoma,

su inútil mausoleo sin ventana ni flores

ni, lo que es peor, nadie a quien velar

en silencio.

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